miércoles, 14 de septiembre de 2011

El oficio de barbero en el Cehegín de los siglos XVI al XVIII


La figura del barbero, desde la antigüedad, ha sido claramente popular dada la importancia que ha tenido no sólo por su función original y que ha perdurado hasta hoy en día en los peluqueros, sino en otras que, como veremos, no parecían tener relación con su oficio, peo terminaron siendo inherentes a él.
El nombre de barbero tiene su origen, como es evidente, en la persona que arreglaba y afeitaba las barbas, así como el cabello, y en cierta manera “ponía guapo y embellecía al hombre”. Ese es precisamente el significado de afeitar. A partir de esta figura surgirá el peluquero, muy relacionado con la estética y las modas del cabello, para las clases medias y altas.
El barbero, para serlo, debía de obtener un título y la licencia correspondiente. La faceta más curiosa del oficio surge cuando, además de cortar y arreglar las barbas y el cabello, comienza a ocuparse de funciones que chocaban con la de otro oficio, el de cirujano. Sacar muelas, hacer pequeñas intervenciones al servicio del médico, realizar las sangrías (se consideraba que extrayéndole sangre el enfermo podía mejorar, aunque normalmente en casos graves le costaba la vida)
Normalmente era a partir de la aldea donde había un barbero, que se podía ocupar de varias a la vez. En Cehegín había en el siglo XVI al menos dos. Realmente es curiosa la evolución en el oficio, lo que hace preguntarse por qué llegaron a especializarse en temas de cirugía menor y sangrías, lo cual además estaba autorizado. En mi opinión ello vino a causa de que no era posible siempre el que hubiese cirujanos contratados por los concejos, sobretodo en las villas pequeñas, y aún así los que había quizás no podían atender a todas las necesidades. Quizá ello provocó que el barbero, por el hecho de utilizar con pericia determinado material instrumental acabase especializándose y ayudando a los médicos y también cirujanos, ya que, al parecer, no se vio, durante la Edad Moderna como una invasión de su sector por parte de los dichos cirujanos. En las ciudades grandes, donde había muchos se agrupaban en gremios.
De todas formas, conforme avanzaba la Edad Moderna el cirujano conseguía más reputación en tanto el barbero la perdía, hasta que finalmente, ya en el siglo XIX, las ordenanzas y regulaciones hacen que éstos abandonen las prácticas de ayuda al médico para quedar de nuevo en lo que fue su oficio, las barbas y el cabello.

2 comentarios:

  1. ¡Qué curioso! ¡Cómo hemos evolucionado!

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  2. Así es amigo Antonio. ¡No creas que si tuvieras que ponerte en manos de Rupert para que te sacase una muela...! Aunque igual lo hacía bien. Un saludo Antonio.

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