martes, 4 de diciembre de 2012

Angela, un microcuento.








Angela


Francisco Jesús Hidalgo García


Todo estaba tranquilo, muy tranquilo. Unos tibios rayos de luz entraban a través de la cortina, pero era una mañana verdaderamente fría. Ángela tenía entre  las manos un retrato. Pausadamente acariciaba el cristal como queriendo tocar el rostro sonriente que encerraba. Una vez que acabó el café que se estaba tomando, se levantó del sillón, dejó el retrato en un mueble, acabó de arreglarse y salió a dar un paseo. El frío era intenso, pero a ella le gustaba, le hacía sentirse bien. Le refrescaba la mente. El parque, que más bien era un bosque encerrado en la ciudad, era un reflejo espléndido del invierno, con unos árboles sin hojas, desnudos, en clara consonancia con aquellos de hoja perenne y el fresco verdor que desprendía la tierra, la humedad de la hierba y esa alternancia sol-nubes que ofrecía una variedad de colores con mil matices diferentes. Esa mañana no había nadie, y sólo el rumor de algunas aves alteraba ese extraño silencio. Conforme caminaba divisó a alguien sentado en un banco. Le resultó una figura familiar. Al acercarse más sintió un cierto estremecimiento de alegría contenida.
-¡Qué haces aquí sentado, Eduardo!- Exclamó Ángela. -Pensaba que ya habías partido-
El hombre se levantó, le dio un abrazo, y sonrió.
-Bueno, ya ves que estoy aquí. Pero me queda poco para irme definitivamente. De todas formas siempre estaré contigo. No te preocupes. Te regalo una rosa.
Entonces Eduardo la miró durante unos segundos, la besó en la mejilla y se despidió. Ángela se quedó pensativa, - no era época de rosas- y continuó su paseo en esta fría mañana de invierno.
-Ya hace dos años y todavía no se ha ido-¡Qué cosa más curiosa!-se dijo hablando en voz baja.
De pronto escuchó el sonido de un golpetazo en el suelo. Se había quedado dormida en el sillón y el retrato que tenía entre las manos se cayó, quebrándose el cristal. Ángela lo tomó del suelo con delicadeza.
-¡Qué torpe soy! Luego compraré otro marco.
Lo abrió, viendo que estaba dañado, y de la parte trasera de la fotografía cayeron unos cuantos pétalos secos de rosa. Sonrió y dio unos besos a la fotografía.
Hacía mucho frío en la casa. Desde hacía dos años siempre hacía mucho frío en esa casa. Nada había cambiado desde entonces, excepto los pétalos secos de rosa que, periódicamente, aparecían en el lugar más inesperado.
Eduardo cada día volvía a ese lugar y  besaba la fotografía de la tumba donde yacían los restos de Ángela, fallecida dos años antes.
-Nunca estarás sola- le prometía- ,mientras vagaba en busca de la luz, de su partida definitiva, en esta otra vida que había comenzado con su muerte unos meses después de la de Ángela. Pero él, aún no lo sabía.

     

1 comentario:

  1. jose maría amores plasencia5 de diciembre de 2012, 1:34

    ....permíteme entrar en lo que me parece un "juego" lleno de ternura y fantasía, de intimidades entre el drama de la vida y de la muerte....EROS FRENTE A THANATOS en LA MITOLOGÍA GRIEGA o en el PSICOANÁLISIS...es ese amor por la vida en su prolífica belleza frente a la inevitabilidad de ese otro gran viaje, el cual paradójicamente nos hace aferrarnos mas a la vida y a buscarla con ahinco y retenerla o amordazarla como diría MIGUEL HERNÁNDEZ....pero también fuente inspiradora de toda forma de expresión del ARTE en su gran diversidad de manifestaciones.....y sobre todo y lo que más nos interesa, la fuente más intensa de CREACIÓN DE SENTIMIENTOS del alma humana...y estos creo que quedan reflejados en el cuadro que nos dibujas, pleno de sutilezas entre el mundo de lo real y el mundo de los sueños, pese a tratarse de un microrelato.
    El comienzo no insinúa el sorprendente desarrollo que se va produciendo en tan pocas lineas, porque es un comienzo de la cotidianeidad mas lisa y llana de un personaje que vive la soledad en su interioridad, nacida de la aceptación de su propia realidad tal y como es, sin amargarse por ello, como hacen tantas y tantas personas....
    Envuelta en el mundo de las cotidianeidades, en realidad lo que se encuentra agazapado, como en tantos de los mortales, es la realidad onírica y del deseo que se constituye en fuerza motriz de la vida...la premeditada confusión entre la vida y la muerte y la superposición de personajes vivos y muertos al mismo tiempo, lo cual crea una imagen de profunda irrealidad, al mismo tiempo que melancólica por lo que fué y ya no es, por la rosa que se tuvo y cuyos pétalos aparecen desgranándose por doquier como los recuerdos....la sensación de que pese a estar muertos los personajes siguen viviendo la belleza ensoñada de la vida lo que nos transmite su carácter eterno y por encima de todo la presencia del amor infinito e imperecedero que se muestra desangrado de la pasión por su inmaterialidad y espiritualidad que ya ni aún la muerte podra disolver o romper por la gran fortaleza del vinculo que se creó, indestructible y reflejado en su pureza por aquél beso en la mejilla...y la promesa de que siempre estará presente, haciendo compañía silenciosa y en la quietud, como la que reinaba en aquél parque ....porque la verdadera luz impedirá la soledad angustiosa de ese gran viaje que no se sabe bien donde comienza y donde termina, de la misma forma que es sutil la linea de separación entre la vida y la muerte....

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