sábado, 28 de septiembre de 2013

Frente al mar. Un microcuento de Francisco Jesús Hidalgo García




Frente al Mar


Antonia miraba al horizonte. Frente a ella sólo estaba el mar. Su mirada perdida rebosaba de un azul que invitaba a naufragar en sus ojos.  ¿Dónde estarían esos recuerdos? Luís le acariciaba el cabello, con ternura, como ayer. ¡Y ha pasado tanto desde ayer! Sentado a su lado, recordaba los paseos por la playa, el primer beso, la primera vez, el primer hijo, el primer nieto.
La playa estaba desierta. No necesitaban a nadie, sólo eran ellos y el mar. Las palabras ya se le escaparon hacía más de un año. La belleza no entiende de ellas cuando hay tanto amor. Él la besó. Ella permaneció imperturbable. Con la puesta de sol, una hermosa algarabía de colores iluminaba la mirada perdida de esta ninfa de rostro marchito, y también los ojos tristes de aquel que ahora sentía el amor junto al máximo grado del dolor del alma. Él recordaba aquellas risas, de otros tiempos,  que brotaban del rostro de Antonia, como un caudal de alegría contagiosa y que poquito a poquito, casi sin darse cuenta, se fueron diluyendo en el tiempo, hasta mutar en un nostálgico recuerdo. El mar se había convertido en la inmensidad donde se escondían sus pensamientos. Le daba la mano y, de vez en cuando, se la besaba.  La suavidad de la piel le parecía aquella que, sesenta años antes, esperaba con impaciencia cada tarde de domingo. Casi había anochecido. Antonia giró un poco la cabeza. Él la besó en los labios. Con el rumor de la brisa se escuchó un leve  “Te quiero”. Y la marea los llevó, quizá, al lugar donde estaban secuestrados sus recuerdos. Aquello era amor.

© Francisco Jesús Hidalgo García

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