sábado, 2 de abril de 2011

Cehegin, en mil años


A veces pienso en lo profundamente hermoso de la Historia Humana. Imaginemos Cehegín, en el siglo X. Acababa, quizas cien años antes, de construirse un castillo roqueño, una fortaleza que tenía la misión de ejercer el control en todo este territorio, casi recientemente conquistado. Era un campamento militar, no una ciudad. Como ocurre en estos casos habitualmente, junto a él se fueron instalando vividores, negociantes, comerciantes y gentes que pensaban que podrían vivir de las posibilidades que, evidentemente, ofrecía un asentamiento militar. Así, se fue creando Cehegín.
Mil años después, somos lo que podemos ver a nuestro alrededor. ¡Como se puede cambiar tanto en tan poco tiempo! En realidad, mil años no es nada. Cualquier persona de cuarenta, cincuenta o más años forzosamente se dará cuenta de lo rápido que pasa la vida. Mil años son doce o catorce vidas humanas, colocadas una detrás de otra, sólo eso. La evolución humana es vertiginosa y el tiempo pasa veloz, muy veloz, pero, nosotros,en realidad somos los mismos que, en el siglo X se asentaron junto al primitivo castillo musulmán. Esta es nuestra Historia. Nosotros, somos tiempo, vivimos rápido y pasamos casi sin darnos cuenta. Pero Cehegín aquí está, cambia, evoluciona y sigue vivo. Su Historia es un espejo, si  la miramos  nos veremos reflejados nosotros mismos.

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