domingo, 17 de abril de 2011

El año 1898 y la "desgraciada del Escobar"

Creo, sinceramente, que este trabajo pueda resultar ilustrativo a los lectores de cara a profundizar un poco en el conocimiento de diversas facetas del mundo rural de Cehegín a finales del siglo XIX.Este artículo también se puede leer en mi libro " Miscelánea Histórica de Cehegín".



El año1898 y la Desgraciada del Escobar. 

© Francisco Jesús Hidalgo García


Introducción

El día ocho de noviembre del año 1898, reunido el Ayuntamiento en sesión suplementaria, tomó, entre otros, el acuerdo de satisfacer con la cantidad de 4,20 pesetas a cuatro hombres enviados por el Juzgado Municipal para cumplir el encargo de trasladar al cementerio de Cehegín el cadáver de una mujer muerta el día seis de este mismo mes. El título del Acta rezaba de la siguiente manera: “Conducción al cementerio de la desgraciada del Escobar”
He de decir que este titular me hizo sentir profundamente intrigado respecto a cuales serían las causas que motivaron este título del Acta Capitular y, claro está, el poder sumergirme en los últimos momentos de la vida de esta mujer me resultaba muy atractivo, aunque también debo de reconocer que estuve algún tiempo madurando la idea, ya que sería realmente gratificante reconstruir las bases sociales y económicas de una pedanía de Cehegín como el Escobar a finales del siglo XIX en torno a un suceso concreto, lo cual, por otro lado, aportaba un componente un tanto trágico a la historia, toda vez que proporciona ideas sumamente interesantes en el aspecto social y del estudio de la mujer en las zonas rurales para esta época.
Yo, que soy, casi por naturaleza, muy curioso, pensé en averiguar, dentro de lo posible, datos que me llevasen a conocer un poco del caso y con ello de todo el contexto en que se desenvolvía lo cotidianeidad de las gentes que vivían hace cien años en la pedanía ceheginera del Escobar.
He ahí que me dirijo al Archivo Parroquial de Santa María Magdalena en busca de documentación que pudiese aportar datos sobre la muerte que tanto me llamó la atención. Con enorme curiosidad proseguí en mis indagaciones y acercándome al Registro Civil de Cehegín, al fin pude conseguir el acta de defunción de Antonia García Fernández, que así era su nombre, ya que, las actas de defunciones del partido del Escobar, en aquel tiempo no estaban en dicho Archivo Parroquial.
A partir de aquí la elaboración de este trabajo pasó a ser una preciosa búsqueda de retazos de la vida y del espacio que rodea a esta mujer del siglo XIX.

Un marco contextual

Antonia muere en un año simbólico de la historia de España, el fin del Imperio y el definitivo hundimiento moral e ideológico. Algunos jóvenes de Cehegín están en Cuba y Filipinas, tal vez algún vecino de nuestra protagonista se encuentre entre ellos. Gracias a Dios, su hijo mayor, Mateo con diecisiete años, puede estar aquí. Los jóvenes de las clases adineradas y nobles no van a la guerra como soldados regulares y sin rango, su dinero les permite que otros vayan por ellos, aprovechándose de la necesidad de las clases populares. Es hecho comprobado que muchos de los soldados cehegineros enviados a Cuba lo fueron cobrando dinero por ocupar la plaza de jóvenes ricos del Municipio. La propaganda oficial se muestra incluso desde los púlpitos, cuando el 15 de febrero del año 1898 se realiza un Tedeum, con invitación a las autoridades civiles, dedicado a dar gracias a la Patrona, con fervor patriótico, como consta en las Actas Capitulares por “el final feliz de la insurrección filipina”. El siglo XX está casi a las puertas. En este tiempo gobierna España Práxedes Mateo Sagasta, cuyo sexto mandato concluirá el cuatro de marzo de 1899 a favor de Francisco Silvela. Es el tiempo de la juventud de Alfonso XIII y la regencia de María Cristina de Habsburgo.
Unos meses antes de la muerte de Antonia, D. Pepe Navarro es nombrado nuevo Alcalde de Cehegín, allá por el mes de julio, tras las elecciones parciales verificadas el día 24, con motivo de cubrir seis vacantes de concejales y por la dimisión del Alcalde anterior. El día 31 de este mismo mes será elegido, por doce votos a favor y una papeleta en blanco, sustituyendo a D. Gregorio Piñero de Gea, que, no obstante, continúa como concejal (1). Posiblemente, D. José Navarro de Cuenca sea el alcalde mas conocido y celebrado de todos cuantos han pasado por la historia de la Villa. Junto a él una serie de concejales, parte representante de la clase media ceheginera, como José María Hita Castillo, Francisco Pérez Chirinos o Bernardo González, estos de los entrantes en la Corporación.
Verdaderamente, ¡que poco pudo importar a nuestra protagonista y su familia todo lo comentado hasta el momento! Hubiese un alcalde u otro, Monarquía o República, eternas tensiones en la sociedad nacional y el turbulento contexto internacional. Simple y llanamente ellos dependían de los hacendados para poder comer día a día, y de una u otra manera la propia política venía marcada por las directrices que ellos apuntaban. La realidad social de los braceros era así, por muchas vueltas que queramos dar en torno a complicados análisis económicos, políticos, sociales e ideológicos. Para poder explicar las enormes desigualdades que perviven a finales del siglo XIX, y aún persistirán mucho tiempo, es necesario poder profundizar en torno a las clases beneficiadas (como siempre se hizo), pero un estudio desde la otra perspectiva, en su aspecto social, económico, cultural e incluso a nivel de microhistoria resulta tremendamente fascinante, a la vez que necesario para que el estudio de una época resulte aún mas completo.

Antonia y su mundo

Un análisis estadístico

En el momento de su muerte, y también de su nacimiento y matrimonio, 1898, 1853 y 1879, respectivamente, Antonia tenía muchos vecinos, muchos más de los que podría tener si viviera ahora mismo como residente fija en la tierra que le vio conocer la luz.
En el año 1898 la población total en el partido del Escobar, con residencia en esta pedanía (como lo llamaríamos hoy en día), era bastante superior a la actual. Una vez estudiados los padrones de habitantes del Archivo Municipal de Cehegín, los datos reflejan de un total de 283 residentes, de los cuales 140 eran hombres y 143 mujeres, que, en comparación con la población total del Término Municipal, calculada en torno a los 11450 habitantes, resulta suponer un 2.47%.
En este tiempo en las pedanías habita aproximadamente un 25% de la población total del Municipio de Cehegín. Como veremos mas tarde, a pesar de ello, las políticas municipales van dirigidas, fundamentalmente, al casco urbano olvidándose en cierta manera de las necesidades que requerían los habitantes de los partidos rurales, máxime cuando una gran mayoría vive en caseríos aislados, con unas vías de comunicación y condiciones generales de vida en estado bastante lamentable.
La distribución por edades y sexo en el Escobar es la que a continuación presentamos, de cara a tener una idea más clara del reparto poblacional, siempre teniendo en cuenta que toda esta gente son residentes habituales y muchas de estas familias viven allí desde hace varias generaciones, como es el caso de la propia Antonia. También debemos de hablar de familias que viven en casas con régimen de alquiler, propiedad de hacendados que residen en el pueblo, o fuera de el. En algunos casos las ocupan durante muchos años y luego, por la cuestión que sea, se trasladan a otro cortijo donde han hallado trabajo. No obstante, los padrones indican que muchos habitantes que aparecen en 1898 habían nacido allí, casándose después y haciendo su vida en el partido del Escobar.


Distribución poblacional por edades y sexo en el Escobar. Año 1898 (2)

Edades
0-10
11-20
21-30
31-40
41-50
51-60
+60
Hombres
46
28
26
15
11
7
7
Mujeres
51
23
34
12
12
8
3




La prole suele ser elevada, con una media de cuatro hijos por familia, de las sesenta y seis que habitan en esta zona. En realidad debería de ser superior, pero raramente en alguna casa no se ha perdido a uno o dos hijos antes de cumplir los cinco o seis años.
 En el momento de su muerte, Antonia tenía cuarenta y nueve años, su marido, Pedro Carmona Expósito, de profesión bracero, tiene sesenta, y seis hijos, el mayor, Mateo de 17 y el menor, Juan de Dios de un solo añito de vida. Entre ellos había cuatro niñas: Ana, Encarnación, Antonia y Maravillas.
 El estudio superficial de la tabla nos indica que la natalidad es elevada y los mayores de sesenta años son escasos con respecto al número global de habitantes fijos. Entre los veintiuno y cuarenta años hallamos al grupo más abundante, lógicamente, porque ellos son los matrimonios y la gente que en mejores condiciones está de trabajar, destacando la edad comprendida entre 21 y 30 años. A partir de los cuarenta se observa un descenso poblacional, marcado, posiblemente, por que los fallecimientos son más corrientes ya a partir de los 45 años.
Este año, concretamente nacieron más mujeres que hombres, lo que se puede extender, en general, a todo el Término Municipal de Cehegín.


La estructura por oficios es muy simple, (3) y la encontramos reducida a colonos, jornaleros, propietarios, con residencia fija allí y sirvientes. La gran mayoría de mujeres aparecen sin trabajo especificado, lógicamente, porque se dedican a las labores cotidianas de la casa y todo lo relacionado con el ámbito doméstico, aunque, en algún caso son viudas las que ejercen el colonato. Hay 29 colonos, 26 jornaleros, 4 propietarios y una sirviente, en tanto que todas las mujeres casadas aparecen en los padrones con la denominación de “su sexo”, siendo su número de 58. La mujer casada, hasta hace muy poco tiempo antes de nuestros días, ha tenido asignada unas funciones determinadas, relacionadas con el cuidado de la casa y de los hijos, en tanto que la aportación de dinero y la manutención correspondían al hombre. Socialmente estaba muy mal visto que una mujer casada trabajase fuera del hogar, o, mejor dicho, fuera del ámbito que ocupa la familia. Así, ésta realizará también faenas en el campo cuando su trabajo sea necesario, pero en la tierra que cultiva el marido, o propiedad de la familia, y tan solo en determinadas ocasiones se trabaja a jornal si está casada, también sirviendo en tareas domésticas en las propiedades de hacendados. Las viudas y solteras sí trabajan como sirvientes, o, como hemos visto, son colonas o labradoras al morir el cónyuge y quedar a cargo de las propiedades familiares o arrendamientos.
 El resto de habitantes son niños, jóvenes y gentes que no pueden trabajar, los cuales alcanzan el número de 165 personas (4).   No obstante con este último grupo hay que tener cuidado en cuanto a su interpretación, pues, aunque no fuese legal, los niños comenzaban a trabajar desde muy jovencitos en el campo, posiblemente desde los doce años, aunque ya antes de esta edad ayudaban en tareas determinadas para las que podían valer, el cuidado de los animales, recoger leña, etc. En esta cifra que proponemos, aparecen todas aquellas personas reflejadas en los padrones sin profesión, que suele coincidir con los menores de 18 o 20 años y los muy viejos. Los ancianos que no disponen de familia que les ayude deben de seguir en las faenas mientras su cuerpo se lo permita, en caso contrario el hambre les obligaría a pedir limosna, a pesar de las ayudas de la Comisión Municipal de Beneficencia.
En esta época el sistema de colonato estaba muy extendido, de manera que en muchas grandes propiedades se daban en arrendamiento terrenos para que fuesen cultivados y obtener una renta, lo que resultaba beneficioso para el propietario. Colono es el labrador que cultiva y labra una heredad por arrendamiento y suele vivir en ella. La mitad de los cabezas de familia que viven en el Escobar en este tiempo lo son. El colono suele tener una vida más tranquila y sosegada que el bracero... si la producción agropecuaria es buena.
Solo hay cuatro terratenientes que vivan allí y lo hacen desde varias generaciones atrás. Uno de ellos, Pedro del Amor Abril, tiene una sirvienta, la única que hemos encontrado reflejada como tal, María Reina Martínez, de cuarenta y nueve años, nacida en Caravaca, soltera y residente en la misma casa. Estos propietarios medianos de tierra tienen lo suficiente para poder vivir bien y holgadamente. En este momento viven fundamentalmente del cultivo de viña de riego y de lo que produce el secano, cereales y en menor medida aceituna.
Por otro lado hallamos al grupo más representativo, en cuanto a número, junto con los colonos de todo el panorama de estructura social en Cehegín: los braceros. Prácticamente la otra mitad de los cabeza de familia que viven en el escobar son jornaleros. Subsisten del salario que les proporciona el trabajo a jornal, día a día, y ellos, junto a sus familias, suelen ser el grupo mas castigado por el hambre y las necesidades cuando la faena escasea. Suelen trabajar para los grandes propietarios y, a veces, también para los colonos, cuando necesitan gente de cara a la cosecha o las faenas del campo tanto dentro como fuera del Término Municipal. Por regla general el jornalero no suele tener tierra propia, y si la tiene no es suficiente para poder mantener con su producción a la familia, por lo que debe recurrir al trabajo en lo ajeno para subsistir.
Estos datos que hemos ofrecido hasta el momento nos llevan, entre otras cosas, a resaltar una cuestión interesante: la ausencia de otros oficios, relacionados con servicios, que en otros partidos rurales si existen. Aquí no hay barbero, ni taberna (que se sepa) por decir algún caso. Estamos de acuerdo en que estos son oficios propios del caso urbano, pero sí encontramos barbero, por ejemplo, en el Campillo de los Jiménez, aunque tal vez ello venga dado por la propia ubicación geográfica de esta pedanía que hace que entre éste y Canara se pueda abastecer a un nutrido grupo de núcleos diseminados que no están muy cerca del pueblo.
Cehegín está relativamente cerca, unos treinta minutos a pié comenzando desde el Cortijo de los Reyes y terminando en los caños del Partidor. Cuando la gente viene a hacer algún negocio o compra ya aprovechan para realizar todo lo necesario. Por otro lado, la gente es muy autosuficiente y se suele ser extremadamente laborioso de cara a solucionar problemas cuando no hay dinero para adquirir determinadas necesidades. 

Retazos de vida cotidiana

Relaciones sociales

Antonia nace y vive en un marco eminentemente rural, donde trabajo y pobreza van unidos de la mano. Su vida se desarrolla en el partido rural del Escobar, concretamente en el Cortijo de los Reyes, la cortijada más grande de las treinta que aparecen reflejadas en la documentación municipal constituyendo dicha diputación.
Hija y nieta de jornaleros, su existencia viene marcada por las necesidades que pasó a lo largo de toda ella, primero como hija y después como esposa y madre.
Como más adelante comentaremos, la mayoría son caseríos aislados, aunque cercanos entre si, de modo que, aunque hablemos de tal cantidad de cortijos, son 74 las casas censadas para el partido en este año de 1898. A pesar de referirnos a cortijadas y de núcleos diseminados, la realidad es que las relaciones sociales entre los habitantes del partido son, de hecho, muy estrechas. El simple hecho de lavar la ropa ya suponía que las mujeres se congregasen en un lugar determinado, donde, mientras trabajaban, departían y se solicitaban ayuda mutuamente. La elaboración del pan, básico en la alimentación de la época, cuando se podía, era realizada por varias vecinas a la vez y se utilizaba el mismo horno, de modo que se podía ahorrar leña y esfuerzo, haciendo la faena de forma comunitaria, por ejemplo, entre las dos o tres casas mas próximas entre si o con un nivel de amistad mayor. La ermita era punto de reunión el domingo por la mañana y desde las duras faenas del campo hasta la fiesta suponían un estrechamiento de los lazos sociales. Aquí, la ayuda vecinal es muy importante, pues ante cada necesidad no se puede estar viniendo al pueblo, y la mayoría de las veces la pobreza hace que no sea posible comprar mas de lo que resulta estrictamente necesario. De hecho si establecemos un nivel de comparación entre un grupo de vecinos de una cortijada en esta época y los que forman una comunidad de vecinos actual en un bloque de pisos nos daremos cuenta del cambio tan drástico sufrido en cien años con respecto a las relaciones vecinales. Hoy en día se vive, por regla general más desde la puerta de la casa hacia adentro, en la época de Antonia García la vida cotidiana se dirigía más hacia la luz de la calle.
A pesar de la dureza en las condiciones de vida, en la mentalidad de la gente el concepto de vivir deprisa no se entiende. Es una concepción del tiempo y de la vida radicalmente diferente a la actual. Los trabajos no se suelen hacer con prisas arrebatadoras si no es absolutamente preciso. Si se tiene que ir andando a Bullas y tardar dos horas en la ida y otro tanto en la vuelta, se hace. Si hay que ir a la Sierra de Burete a pie, en pos de una carga de leña, se toma con tranquilidad y se va trayéndola a las espaldas. Por cierto, que este ha sido un elemento absolutamente fundamental en la vida de las gentes. Un invierno crudo sin provisión de leña suponía un peligro evidente para la familia. La leña buena quedaba reservada para la gente con mejor disponibilidad económica y los de menor poder adquisitivo se tenían que contentar con chaparras secas, ramas de pino y todo tipo de plantas leñosas a que se pudiera acceder. En los montes comunales solo se podía cortar bajo autorización municipal y había que pagar una cantidad según la que se quisiese llevar la persona en cuestión. Hay que entender que la intimidad de la vida familiar se desarrollaba en torno al fuego, en una sala de la casa que hacía las funciones de cocina y comedor, donde se hallaba la chimenea y donde prácticamente transcurría la mayor parte del tiempo para la familia. Es interesante resaltar que en estas casas la vajilla era, como casi todo, muy pobre, y la familia solía comer habitualmente de una fuente o plato grande, o de la misma sartén, que se colocaba en el centro de la mesa y del que los miembros de la familia o invitados comían, según se pudiese cada día.
Aunque se piense lo contrario, no todo el vecindario tenía un asno para las faenas cotidianas. Es la fuerza de la costumbre. Podemos decir que la vida se hace paso a paso, como años mas tarde cantaría Antonio Machado.
Es un mundo tranquilo donde el tiempo pasa más lentamente, aunque, por regla general, la gente muera antes que hoy en día. Aunque todo se aprovechaba muy bien, también la diversión.
Después de la cena, que era temprano, la gente, en tiempo de verano se solía juntar a tomar el fresco y departir; en tiempo de invierno, los vecinos se juntaban en torno al fuego. Se acostaban relativamente temprano y en torno a las cinco de la mañana los hombres se levantaban para arreglar las faenas propias, antes de partir para el tajo, normalmente antes de salir el sol. Las mujeres también madrugan mucho, pues estaba muy mal visto el levantarse después del amanecer.
Imagino a aquellos grupos de jóvenes que vendrían a “mocear” al pueblo, todos juntos tomando el camino del Escobar hasta llegar al cementerio y la Cuesta del Olivar. Desde allí bajarían y cruzarían en dirección a la calle de la Tercia, tranquilamente, para llegar a Cehegín, hasta la Plaza Vieja donde podían cortejar a alguna joven y visitar las tabernas, entre unos vasos de vino y unos “garbanzos torraos” que les hacían pasar la tarde-noche a mejor.

Matrimonios y otras cosas

Pedro Carmona Expósito era el marido de Antonia y era jornalero. Su segundo apellido viene dado porque fue hijo de madre soltera, una situación tremendamente desgraciada para una mujer en esta época. Desde que se conservan actas de bautismo (año 1561) es relativamente frecuente encontrarse, conforme se avanza en su lectura, con nacimientos de niños sin padre conocido y también de los que no se conoce a ninguno de los dos progenitores. En este último caso, normalmente, eran abandonados en los portales de las casas de gentes acomodadas, de hospitales o en viviendas particulares esperando que se le pudiese dar una buena vida al recién nacido. La miseria y la estricta moral social que había en estos tiempos hacían que muchas mujeres se viesen tentadas a abandonar a sus hijos nada más dar a luz.
 Pedro era viudo de María Navarro, con la que había casado en el año 1861, enviudando unos quince años más tarde. Con ella tuvo un hijo y una hija, Pedro y Catalina, vive con ellos hasta que se casa con Antonia. En ese momento se les pierde totalmente el rastro. Es de creer, y, sin duda alguna, intuyo que así fue, debió de mandarlos a servir a alguna casa de buenos recursos, cosa, por otro lado, absolutamente normal en este tiempo. Este tipo de servidumbre se dará en Cehegín hasta bien pasados los años de la posguerra. Eran sirvientes a los que en muchos casos no se les pagaba nada, solo se les proporcionaba la comida y un poco de ropa de vez en cuando, de ahí surgió el dicho de “la comía por la servía” haciendo referencia a que la gente pobre mandaba a sus hijos mayores, la mayoría de las veces a las niñas, a servir para que, al menos, pudiesen comer, lo cual permitía a su familia poder tener en mejores condiciones y alimentar a los hijos de menor edad. En función de la casa en que caían la situación de los pequeños sirvientes era mejor o peor.
Con cuarenta y un años, Pedro toma en matrimonio a Antonia, aún soltera, cuando tenía veintisiete septiembres, mayor para su época, en que la media de edad para el matrimonio estaba entre veinte y veintidós años para las mujeres y en torno a los veinticinco para los hombres. El día veintiuno de diciembre del año 1879 se unieron como marido y mujer.
El ajuar que Antonia llevó al matrimonio debió de ser pobre, pero lleno de encanto y tradición familiar. Platos decorados (fuentes), algún objeto de cobre que debió de ser de su madre o abuela, sábanas y algo de ropa, alguna pequeña cantidad de dinero...
Su boda fue, sin duda alguna, una celebración muy austera. Los esponsales de las gentes humildes solían ser por la mañana, temprano en la mayoría de los casos, generalmente coincidiendo con la hora de las ocho y todo, incluida la celebración era, por pura lógica y necesidad, muy sobrio. Se casaron en 1880 en la iglesia de Santa María Magdalena, a pesar de que en el Escobar había una ermita, que ya no existe, ubicada junto al camino de la Fuente del Abad (también conocido como camino de la Ermita) muy cerca del cortijo de D. José Navarro. 
Este camino (5) comenzaba junto al flamante, en este momento, Puente de Hierro y terminaba en la cortijada de los Reyes y solo Dios sabe cuantas veces lo haría Pedro desde dicho cortijo hasta la carretera de Murcia, a pie o en asno, pasando junto al cortijo del Abad, y la casa de d. Pedro Angosto. Otras veces cuando la dirección necesaria indicaba hacia Burete o a la hoya de D. Gil, pasado el hermoso paraje de la Fuente del Abad, tomaría la Vereda Real para venir a salir al ventorro de Capirote, ya en la carretera de Murcia, cruzándola. Un poco mas arriba, en el mismo lado del ventorrillo estaba la casa del LLanico de la Cierva. 
Una vez casados tuvieron que tener su propio hogar. Sin duda alguna era la casa en que vivió Pedro con su primera esposa. En este tiempo otros muchos viven en casas de alquiler. No sabemos si esta lo era o no. Tal vez la heredó de su madre, que también vivía en el Escobar. Es una casa mediana, más bien pequeña. Es una vivienda pobre en el Cortijo de los Reyes. La vida se hace en una sala amplia donde está la chimenea. Hay dos habitaciones, un terrado cubierto y una cuadra. Está hecha a base de tierra y piedras, con lo cual se fueron forjando los muros y dando forma a los habitáculos. El tejado es de la llamada teja de cañón.

Para Antonia, el día de su boda debió de ser muy hermoso, como sucede a casi toda persona que contrae matrimonio, aunque, en esta época, aún eran relativamente normales los enlaces de conveniencia, en que los padres pactaban entre familias para mejor perpetuar la estirpe con los beneficios que ello podría contraer. Entre las clases bajas es mi opinión que esto no era tan corriente como en las medias y sobretodo en las altas. No creo que Antonia y Pedro se casasen por ningún tipo de acuerdo, dado que los dos eran de familias pobres y sus recursos muy limitados, pues sin tener propiedades ni medios con que sustentarse vivían de sus brazos en espera del jornal diario, y cuando este faltaba...
Una vez escuché a alguien, en una conversación, decir que los matrimonios por amor siempre han sido mucho más corrientes entre las clases populares y extraños en las altas, que siempre han andado sujetas a la búsqueda del beneficio de la honra y perpetuación de la familia. Estoy convencido de que ha sido así. No quiero decir que nuestros protagonistas se casasen por amor, entre otras cosas por que, ciertamente no lo se, pero desde luego, sus familias poco podían ofrecer, si no eran sus brazos, a este nuevo matrimonio. No obstante, tengo la ligera impresión de que en este caso hay una cierta idea de conveniencia, pero no por motivos económicos...
El era, como hemos dicho viudo, y necesitaba a una mujer que cuidase de su casa y de los pequeños que tenía del matrimonio anterior. Ella era soltera, pero con una edad de veintisiete años, y posiblemente aceptó casarse porque sus posibilidades a esa edad eran cada día menores.
Este matrimonio era diferente a otros desde el principio. Tal vez ello tuvo algo que ver con el fin de nuestra protagonista.





La viña y el secano
La economía de la zona estaba basada en un 90% en la agricultura, de la que destacaba el regadío y el secano. Rodeado por dos acequias, la del Escobar y la de la Muela. La primera discurre comenzando muy cerca de la casa de D. Pedro Angosto, junto al camino de la Ermita del Escobar o de la Fuente del Abad, en el mismo lugar en que se cruzan la Vereda Real de Ganados y ésta entrañable y hermosa vía, de ahí se aparta del camino, aunque viene a cruzarlo otra vez mas adelante hasta llegar a la Ermita del Escobar y de ahí al cortijo de D.  José Navarro llegando hasta la casa de D. Gabriel Espín y el río Quípar. La acequia de la Muela se halla en el lado contrario en el Partido. Está dedicaba la gran mayoría de su terreno cultivable a la viña de riego y el secano al cultivo de cereales. Podemos hablar de huerta, pero no en la idea que tenemos en comparación con otros parajes del término municipal. En la documentación consultada se habla de tierra de riego, que es la dedicada precisamente a huerta o a cultivos que requieren irrigación a menudo. La viña de riego, como decíamos mas arriba es posiblemente el cultivo más abundante, aparte del secano. En este año aún la temible plaga de la filoxera no había realizado verdaderos estragos, pero entrado el siglo XX conseguiría que casi desapareciera el viñedo, no solo de esta zona si no de todo el Término Municipal. Ya en el año 1902, un documento obrante en el Archivo Municipal nos habla de los progresos de esta auténtica calamidad, hasta el punto de tener que dejar exentos a los vendimiadores del pago de la contribución.
Las tierras no son de muy buena calidad en realidad, viniendo señaladas en los padrones fiscales y en los amillaramientos entre de 2ª y 4ª categoría, ya que sus orígenes están en estratos de yesos y areniscas.

El mundo que rodeaba a la protagonista de nuestra historia, Antonia García, es el que someramente estamos dando a conocer, aunque pasara ante sus ojos sin siquiera pensar en tales cuestiones, ya que estas cosas se las plantean aquellos que vienen después en el tiempo y los pobres, sin saberlo, llevan a cabo aquel viejo proverbio latino que decía “Primero vivir y después filosofar”. Ella se limitaba a vivir e intentar que los demás vivieran... mientras lo pudo aguantar.


Letras

Antonia no sabe leer ni escribir, como ninguno de los 283 habitantes del partido del Escobar. Ni niños, ni jóvenes, ni adultos, ni viejos, hombres o mujeres, ni uno solo, según los datos que ofrecen los padrones de habitantes, sabe leer ni escribir. El Escobar está relativamente cerca del pueblo y en Cehegín en el año 1898 está la Escuela Pública de Niños, con D. Jesús Cortés Carrascosa como maestro y la de niñas, con la Señorita Josefa Caballero, encargada de la instrucción de éstas, pero los pobres en los partidos rurales no tienen tiempo ni posibilidad de educación, aunque fuese la más elemental, que era la lectura y la escritura. Las maestras son denominadas señoritas precisamente porque es un requisito indispensable el que éstas estén en condición de solteras para poder ejercer la enseñanza en los colegios públicos.  Realmente, vivir en una pedanía era un problema para que los niños asistiesen al colegio. No obstante en la villa para 1898 hay 115 niñas matriculadas en la escuela pública y por desgracia no se ha encontrado el número de matriculados para este año de niños, pero en comparación con los años próximos rondaba en torno a unos 150 (6). Lo que no sabemos es el número real de ellos que asistía diariamente a clase. En cuanto a los adultos en el casco urbano hay muchos braceros que saben leer y escribir y, sin embargo, sus hijos no están escolarizados o son analfabetos pasados los dieciocho años, lo cual llama mucho la atención. En líneas generales el analfabetismo en esta época alcanzaba el 65,5% de los 8300 habitantes de que se componía la población total del casco urbano, y un 98,4% de los 3120 residentes fijos de las pedanías o partidos rurales.

Entre la Vida y la Muerte

Con el matrimonio viene la vida, con nuevos nacimientos, pero la muerte siempre está presente en este lugar de pobreza. Nacen muchos niños, pero también mueren en una proporción bastante elevada. Hemos de decir que, ya a finales del siglo XIX, hay muchos adelantos en materia de medicina y principalmente en cuanto a vacunaciones, pero las epidemias siguen siendo frecuentes. Las series documentales de sanidad del Archivo Municipal de Cehegín nos vienen a reflejar las “campañas de vacunación”realizadas en esta época contra las epidemias.
Se comenzaba la aplicación de las vacunas allá por el mes de mayo y concluían en el otoño, que era la época en que determinadas enfermedades comenzaban a azotar con mayor rigor, o se pensaba que era el momento mas adecuado para administrarlas. Las vacunas iban dirigidas, fundamentalmente, a niños de edades comprendidas entre el día posterior al nacimiento y los ocho o diez años. En este año de 1898 se vacunó entre los meses de mayo y julio a 271 niños y niñas, según nos ofrecen los datos extraídos de las series documentales de sanidad del Archivo Municipal de Cehegín. Un dato muy significativo es que solo dieciséis de los vacunados en este periodo vienen de las pedanías. Los sueros se administran este año a todos los niños en condición de recibirlas y gratuitamente, aunque por regla general se hace en función del presupuesto de sanidad, pues el precio es muy elevado para las arcas municipales. Según reza una Acta Capitular de dicho año “se había recibido un tubo de linfa vacuna y la Corporación acordó autorizarle para que, inmediatamente se proceda a vacunar a los niños por los barberos D. Martín García Ripoll, D. Juan Espín Moreno y D. Juan de Gea Santillana, bajo la inspección del facultativo D. Ignacio García” (7)
Los medicamentos en general solo son gratuitos para la gente que demuestren que son pobres, de lo cual se encarga para el casco urbano el llamado “alcalde de barrio” que elabora un censo de pobres que irá a parar a la Comisión de Beneficencia y Sanidad, elaborando una lista de aquellos que presentan tal condición de pobres y, por lo tanto, pueden tener o tendrán derecho a asistencia médica y socorros de medicinas por ello. Para los partidos rurales se encarga el Alcalde Pedáneo de cada uno de ellos. De todas formas, el estudio de la documentación municipal nos da la idea de que existía una cierta marginación de la gente de los partidos rurales con respecto a la del casco urbano. Un Acta relativa a la aprobación de las listas de pobres para este año 1898 nos dice que “como las realizadas son solo para el casco y radio, que se completen adicionando los partidos rurales, a los cuales se concederán iguales derechos a la asistencia médica y suministro de medicinas, pero tendrán el deber de llevar y traer por su cuenta a los Profesores, siempre que la necesidad los reclame” (8)
Para el año de 1897 hay un censo de 570 pobres en el Término Municipal de Cehegín y que, por lo tanto, tienen acceso gratuito a la asistencia médica y los medicamentos. (9)
Decíamos al principio del artículo que en el partido del Escobar hay en el año 1898 noventa y siete niños de edades comprendidas entre el primer año de vida y el décimo. Según los datos extraídos de las actas de sanidad no se vacuna a un solo niño de esta pedanía y, como decía mas arriba, solo dieciséis de las pedanías tienen algún habitante que reciba el suero. Es un ejemplo de la marginación en que la gente de los partidos rurales vive en esta época frente a los residentes en el casco urbano.
El índice de mortalidad sigue siendo muy elevado. Al consultar las actas de defunción del Archivo Parroquial de Santa María Magdalena nos percatamos de todo ello. Difteria, diarreas, bronquitis, raquitismos a causa del hambre, fiebres, gripe, o problemas derivados de la dentición en los bebés, son algunas de las causas de muerte, fundamentalmente de los niños, pero también de los adultos.
Antonia conoce muy bien el tema. El diecisiete de noviembre de 1895 muere su hijo Ginés, con solo siete años de edad, a causa de reumatismo. Es muy difícil encontrar alguna familia en la que no haya fallecido algún niño antes de los diez años.
La Muerte está presente en la vida cotidiana, y así se acepta. Ya de joven Antonia tomó el luto, lo que trastocó su juventud y apariencia. La mujer se halla profundamente sujeta a las tradiciones y a la moral, y el luto es parte importantísima de ese comportamiento social. Una joven con veinte años pierde a un pariente cercano, cosa frecuente y nunca jamás volverá a quitarse esa mortaja que llevaba en vida, no porque no quisiera llevar el negro hasta el último día, mas bien dado que los parientes iban partiendo a mejor vida a menudo, tan a menudo, que no daba tiempo a poder dejarlo. Hermanos, padres, abuelos, por ello el luto se convertía en perpetuo, aunque el tiempo en que se debía llevar venía establecido en torno a los siete años, y según la familia se llevaba con un mayor o menor rigor en función del parentesco y del grado de lealtad que se tenga a las tradiciones, que aquí es muy elevado.

Aquel seis de noviembre...

Es una tarde fría de otoño. El parte facultativo dictado por D. Juan Antonio Parra, médico, indica que murió en la  Vía  Pública, Partido del Escobar, en el Rincón de la  Casa de Pedro del Amor Abril a causa de la hemorragia producida por un disparo de arma de fuego.
Es una historia triste, conmovedora, pero aún resulta más si cabe, imaginado el traslado a través del camino del Escobar, conducida por extraños, sin compañía, tal vez la de su marido e hijos mayores, sin más que el respeto de las gentes que cultivando sus tierras junto al camino saldrían respetuosamente a mirar el paso del entierro.
Desde el Cortijo de los Reyes se accedió al camino del Escobar, se pasó por la casa de Casio, camino adelante debieron de salir desde el cortijo de D. Gabriel Espín a la orilla del camino, hasta que al cabo de un rato vendrían a parar a la Vereda Real que cruza la dicha vía. Siguiendo en dirección al pueblo llegarían donde se bifurca la senda y da comienzo el camino del Escobar y el viejo de Bullas. Desde allí, al poco tiempo, llegaron al cementerio de Cehegín, ubicado al final de la llamada Cuesta del Olivar.
Posiblemente sólo fue una dolorosa desgracia, pero, quizás, nunca sepamos los verdaderos motivos de la muerte de Antonia. Su entierro eclesiástico fue de limosna, el reservado a los más pobres.




Anexo I. (Según padrón de habitantes de 1895)


Relación de casas y cortijos que componen la Diputación del Escobar en el año 1898

Casa de Marañón
Casa de Iniesta
Casa de D. Pedro Angosto
Casa del Escobar
Casa de la Muela
Casa de D. Leandro
Casas del Llano del Borrego
Casas de Perea y Béjar
Cortijo de la Fuente del Abad
Casa del Olmo
Casa de Doña Magdalena
Casa de Avilés
Casa del Tomillo
Casa de la Espuela
Casa de Doña Marca
Casa de Casio
Casa de Escudero
Cortijo de Botas
Casas del Fraile
Cortijo de los Reyes
Casa de Romera
Casa de la Rafaela
Casa de Estéban Sáez
Casa de los Monterones
Casa de la Loma
Casa de D. Pepe Navarro
Casas del Royo de Juan Domingo
Casa de D. Francisco Torrecilla
Casa de los Marianos
Cortijo de la Canaleja


Notas

1. Según Acta Capitular de 31 de agosto de 1898
2. Extraído del Padrón Municipal de Habitantes de 1898
3. Idem
4. Idem
5. Según datos de los planos del Término Municipal de Cehegín del año 1898 cuya copia se conserva en el Archivo Municipal de Cehegín
6. Datos que nos ofrecen las series de Sanidad y Beneficencia del A.M.C.
7. Según Acta Capitular de 1898
8. Según Acta capitular de 1898
9. Según relación nominal de los individuos que por acuerdo de la Comisión de Beneficencia y Sanidad habrán de recibir asistencia sanitaria y socorros de medicinas. Series de Sanidad y Beneficencia del A.M.C.


Fuentes

Archivo Municipal de Cehegín

-Libros de Actas Capitulares año 1898
-Acta de 15 de febrero de 1898
-Acta de 15 de mayo de 1898
-Acta de 31 de mayo de 1898
-Acta de 31 de julio de 1898
-Acta de 28 de agosto de 1898
-Acta de 18 de septiembre de 1898
-Acta de 8 de noviembre de 1898

-Documentación del Juzgado Municipal. 1890-1899
-Padrón Municipal de Habitantes del año 1898
-Series documentales de Beneficencia. 1898
-Series documentales de Sanidad. 1897-1898
-Series documentales de Agricultura. 1890-1900
-Series documentales de Educación. Año 1897-1899
-Documentación relativa a Contribución Rústica y Urbana 1898-1899

    
Registro Civil de Cehegín
 -Libro de Actas de Defunción 1898
 -Libro de Actas de Matrimonio 1879

Archivo Parroquial de Santa María Magdalena
-Libros de Actas de Bautismo 1853-1898
-Libro de Actas de Defunción 1898
-Libros de Actas de Matrimonio 1861 y 1879

2 comentarios:

  1. No decaigas en tu estudio, ni dejes de publicar artículos tan interesantes de nuestro pueblo.
    Ya somos un grupo nutrido de ceheginer@s que seguimos tus publicaciones con las que nos enriquecemos.

    Un saludo.
    Lorenzo Alvarez.

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  2. Lorenzo, muchas gracias. Realmente el fin principal y único, diría yo, de este blog es la divulgación histórica y cultural, de modo que todo este conocimiento sea accesible. La historia es de todos y debe de llegar a todos, y las nuevas tecnologías nos dan esa opción mejor que culaquier otra. Por eso comprobarás que intento hacerlo accesible a todo el mundo, evitando, en lo posible, un planteamiento muy técnico. Gracias de nuevo. Intentaré seguir aportando cosas, de modo que todo esto al final revierta en la propia cultura de nuestro pueblo, pues ese es el fin. Un abrazo.

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