sábado, 18 de junio de 2011

De ricos, pobres, cielo e infierno



En la mentalidad medieval y de la Edad Moderna, la llave para entrar al paraíso residía en el peso de las almas, según las buenas y malas obras realizadas. Esta cuestión presentaba un profundo enfoque ideológico muy enraizado en el mundo feudal y despues en la sociedad estamental. El rico tiene más opciones de entrar al cielo que el pobre, se pensaba y se asumía. Ello venía dado porque un elemento importante a la hora de separar las obras buenas de las malas eran las limosnas, donaciones, misas pagadas y otros similares. Aquellos que hayáis trabajado o conocido testamentos, por ejemplo de Cehegín en los siglos XVI o XVII, entenderéis perfectamente lo que digo. Antes de cualquier otra cosa , en la escritura testamental se especifican las misas que dejarán pagadas por su alma. Es común el que se vendan tierras u otros bienes raíces para costearlas. Sólo con ver las limosnas y donaciones podemos saber el nivel económico de la persona que testamenta. Existía desde la misa de limosna de los más pobres hasta los cientos o miles que pagaban  los más ricos. También la fundación de capellanías, donaciones de tierras a la parroquia, casas , era cosa común. Sin embargo, una de las parábolas preferidas del pueblo era la del pobre Lázaro y el rico Epulón, en que el primero va al cielo y el segundo al infierno. La ideología social imperante hacía que ni siquiera ante la muerte fuesen considerados todos iguales.

" Por mi ánima, en lugar de onras y cauo del año quiero que se digan zien misas rezadas..."
  Párrafo del testamento de un ceheginero, del año 1708.

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