sábado, 4 de junio de 2011

Reflexiones sobre el mar

 



El mar siempre ha sido imagen de viaje, de aventura, de búsqueda de nuevos mundos, de nuevas vidas. ¡Quién no ha sentido en alguna ocasión, cuando ha observado la inmensidad del océano, esa interrogante sobre donde estará el final, donde  acabará el horizonte!. Hoy en día sabemos perfectamente lo que es el horizonte, y la dimensión de nuestros mares y océanos, y, sin embargo, la carga de emotividad que tiene el sentarse en una playa o un acantilado y mirar hacia el frente, sigue siendo casi tan grande como si no supiésemos nada de ello.  En el fondo, yo creo que ese algo que nos sugiere el mar, es propio de nuestros orígenes. Toda la vida surgió en el mar. Los seres vivos, todos, estamos compuestos de un altísimo porcentaje de agua y necesitamos tomarla para no perecer. Cuando miramos las olas del mar y sentimos cierto deseo, casi nostalgia, de algo que no sabemos muy bien qué es, estamos mirando y sintiendo nuestro más remoto pasado. De los primeros seres unicelulares pasando por una infinidad de cambios hasta llegar a los peces, después los anfibios, los reptiles y los mamíferos, y a nosotros. El mar fue nuestro primer hogar y al agua le debemos todo lo que fuimos, somos y seremos. La vida misma le debe su existencia.

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