martes, 21 de junio de 2011

Personajes cehegineros. La beata Caparrosa.


El personaje de la beata Caparrosa, no alumbrado con grandes gestas, ni honores, pero del que no deja de ser muy interesante su recuperación, fundamentalmente debido al papel social que ejerció durante buena parte del siglo XVI ceheginero, es del que dan muestra sus periódicas apariciones en la documentación concejil y eclesiástica. Debió de nacer nuestra protagonista de hoy quizás hacia el año de1520, al parecer, aunque esto no está totalmente confirmado, como hija o sobrina de Antón Caparrós, hidalgo de este pueblo, que fue Alcalde Ordinario de la villa, al menos, en lo que sabemos, en el año 1513.  Hasta el momento, he de decir que no conozco el nombre de la beata, ya que siempre aparece con la denominación que presento en el escrito, pero es común que aparezca bien realizando labores en el hospital de caridad de la villa, bien como madrina moral en bautizos de esclavos o niños expósitos.
El término beata, hoy en día, en una de sus acepciones relativo a aquella persona de mucha devoción religiosa, durante el siglo XVI hacía referencia a ciertas mujeres que llevaban hábito, pero no pertenecían a ninguna orden. El hábito que llevaban, normalmente, era similar al franciscano, de lana basta, muy pobre. En principio, la beta Caparrosa debía de ser pobre de solemnidad, vivir de la caridad ajena y realizar obras piadosas, pero sabemos por la documentación que, al menos, tenía dos bancales en la  Peñarrubia, y algunos otros bienes para su sustento. Ella fue algo así como una monja sin las ataduras conventuales ni de una Orden. El tema de las betas en este tiempo llegó a tener tintes muy polémicos, por la picaresca que siempre rodeó a muchas de ellas. Las hubo que se aprovecharon de la limosna para, en algunos lugares, amasar una buena cantidad de dinero del que disfrutaban de una buena vida a escondidas, y también se asocian algunas con casos, documentados, de amancebamiento con curas. Por eso existe un doble perfil de la beata, por un lado el de la pícara e hipócrita y por otro el de aquella mujer más bien rayana en lo místico, que verdaderamente hacía una vida acorde con lo que aparentaba.
Normalmente ellas no eran personas con un elevado un nivel cultural, más bien al contrario, aunque ello no les impidiese predicar en ocasiones.
En realidad, la beatería se convirtió en todo un fenómeno social en el siglo XVI español, al parecer por tres causas fundamentales, la pobreza  (el no tener medios les impedía pagar la dote en un convento), la religiosidad imperante en esta época y, desde luego, la manera de entender la vida y la religión por parte de estas mujeres.
Parece ser que la beata caparrosa fue, al menos, respetada en Cehegín. Normalmente, el pueblo solía tener cierta querencia por estas mujeres, pobres, unas veces por decisión personal, y otras por los avatares de su propia vida, como si de religiosas conventuales se tratase. Por otro lado, su trabajo en el hospital hacía que el pueblo las respetase. Quizás el modelo de falsa beata metida en la picaresca sea más propio de las grandes ciudades, donde podían caminar, meterse en un lado y otro, moverse discretamente y no ser conocidas de la gente, trabajando en algunos casos incluso como alcahuetas.
En Cehegín, además de la beata Caparrosa conocemos por la documentación a otra beata, Juana de Gea, contemporánea, y de cuya existencia sabemos porque aparece reflejada en un documento concejil referente al hospital.
Se consideraban servidoras de Dios, y consagraban su vida, en teoría, a seguir los mandatos de Jesucristo. Algunas eran viudas, pero la mayoría habían optado por tomar un voto de castidad y pobreza, y solían empezar jóvenes en el beaterío. No sabemos cuando falleció la Caparrosa, parece que con anterioridad al año 1585. Tambien resulta sugerente, ya que era de la familia Caparrós, pensar que fuese una pariente, que vivió trescientos años antes, del obispo ceheginero del siglo XIX d. José María Caparrós. Es más que probable.

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