sábado, 9 de julio de 2011

Eternidad, lo grande y lo pequeño



De la inmensidad de lo más grande, a la inmensidad de lo más pequeño.  Es alucinante el planteamiento que nos conduce en esas dos vertientes, hacia la grandeza de lo inmenso y la eternidad que subyace en lo más pequeño, en el mundo cuántico.  Supongo que alguna vez os habréis planteado cuestiones del tipo de esas que rondan lo metafísico, como, por ejemplo, si te hicieses cada vez más pequeño, hasta serlo infinitamente ,¿dónde te encontrarías? (teniendo en cuenta que obviamos las leyes de la supervivencia en esas condiciones). Ahora estas sentado en una silla, conforme vas empequeñeciendo todo crece a tu alrededor, tú cada vez más pequeño, y el mundo que te rodea cada vez más grande. Llegará un momento en que los electrones de los átomos sean como planetas con respecto a tu tamaño, y tú sigues empequeñeciendo, el núcleo de los átomos llega a ser como el universo mismo con respecto a ti, y tú, eternamente vas empequeñeciendo y así por siempre jamás.  He aquí la eternidad. Y al contrario podría suceder igual. Si llegásemos a ser tan grandes que el Universo fuese como un electrón ante nosotros   ¿Dónde nos encontraríamos? ¿Ante qué nos encontraríamos? Todo esto no es más que un simple ejercicio mental, pero es evidente que vivimos en un mundo donde la realidad supera con creces a la ciencia-ficción. La eternidad no sólo se encuentra en el tiempo, sino también en el espacio. Nunca podremos llegar a observar el Cosmos como si fuese una minúscula partícula subatómica. Aquí ya entra en juego otra idea, Dios y las matemáticas, en el fondo, son lo mismo.

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