sábado, 8 de octubre de 2011

Palabra de Sancho Panza


“Real y verdaderamente-respondió el del Bosque-, señor escudero, que tengo propuesto y determinado de dejar estas borracherías de estos caballeros, y retirarme a mi aldea, y criar mis hijitos, que tengo tres como tres orientales perlas. Dos tengo yo -dijo Sancho- que se pueden presentar al Papa en persona, especialmente una muchacha, a quien crío para condesa, si Dios fuere servido, aunque a pesar de su madre.
-Y ¿qué edad  tiene esa señora que se cría para condesa?-preguntó el del Bosque.
Quince años, dos más o menos, -respondió Sancho-; pero es tan grande como una lanza, y tan fresca como una mañana de abril, y tiene una fuerza de un ganapán.
-Partes son ésas-respondió el del Bosque- no sólo para ser condesa, sino para ser ninfa del verde bosque. ¡Oh , hideputa, puta, y qué rejo debe de tener la bellaca!
A lo que respondió Sancho, algo mohíno:
-Ni ella es puta, ni lo fue su madre, ni lo será ninguna de las dos. Dios queriendo, mientras yo viviere. Y háblese más comedidamente; que para haberse criado vuesa merced entre caballeros andantes, que son la misma cortesía, no me parecen muy concertadas esas palabras.
¡Oh, qué mal se le entiende a vuesa merced -replicó el del Bosque- de achaque de alabanzas, señor escudero! ¡Cómo! ¿Y no sabe que cuando algún caballero da una buena lanzada al toro en la plaza, o cuando alguna persona hace alguna cosa bien hecha, suele decir el vulgo “¡Oh, hideputa, puto, y qué bien que lo ha hecho!...? Y aquello que parece vituperio en aquel término, es alabanza notable; y renegad vos, señor, de los hijos o hijas que no hacen obras que merezcan se les den a sus padres loores semejantes.
-Sí reniego-respondió sancho-, y de ese modo y por esa misma razón podía vuesa merced echar a mí y a mis hijos y a mi mujer toda una putería encima. Porque todo cuanto hacen y dicen son extremos dignos de semejantes alabanzas…”

El Ingenioso Hidalgo d. Quijote de la Mancha.  Capítulo XIII, 2ª parte.

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