miércoles, 26 de octubre de 2011

Una noticia breve sobre el queso en el Cehegín del siglo XVI




El queso, ¡hay que ver! un alimento excelente, antiquísimo, quizá tan antiguo como la propia domesticación de los rumiantes. Sí que sabemos que siempre ha sido un producto muy apreciado, desde la antigüedad, y quizá su origen está relacionado con la búsqueda de un alimento sólido  que pudiese ser conservado durante bastante tiempo.
 Producido a partir del proceso de cuajar la leche  sabemos que en época griega y romana fue muy consumido y estuvo muy extendido en todo occidente. Al parecer, la gran diversificación de diferentes tipos de queso comenzó en la Edad Media.  Siempre fue un elemento incluido en la dieta, para quien podía teneer acceso a él, aunque la producción a nivel industrial no comenzó hasta el siglo XIX. Sabemos que en Cehegín, en el siglo XVI su producción y venta estaba regulada mediante ordenanzas. Entonces una persona interesada en producir queso pedía la autorización necesaria para montar un “queseadero”, tal y como se le denomina en la época, o lugar donde hacer el queso para ser vendido a posteriori durante ese año. Tenemos algún ejemplo documental de mediados del siglo XVI que, a continuación, os transcribo:

“Merçed de sitio de queseadero a Pedro López, vezino de Caravaca.

En este dicho día, los dichos señores hizieron merçed a Pedro López, vezino de la villa de Caravaca, de un sitio para queseadero, ques en la fuente de don Gil, términos desta villa, donde bien visto le fuere. E que en él pueda hazer queso todo el tiempo que quisiere, e que por bien toviere, este presente año, guardando no hagan daños como es uso es costumbre. Fecho ut supra.”

Acta Capitular del Concejo de Cehegín. Año 1540. Archivo Municipal de Cehegín.

Evidentemente estos “artesanos” no eran gente que viviese de este oficio en exclusiva pues normalmente realizaban otros oficios y, sabiendo fabricar queso, aprovechaban para obtener algún beneficio con que completar las ganancias. En el siglo XVI, como hemos dicho antes, no existía todavía una producción de tipo industrial de este alimento, pero ello no impedía que la producción, llamemos “artesanal”, sirviera para abastecer la demanda existente, ya que la producción de leche de oveja era importante en esta época, siendo este queso el más representativo en esta tierra el llamado y tan conocido por la literatura del Siglo de Oro como “queso ovejuno”.

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