viernes, 22 de marzo de 2013

Don Miguel Mas y Soler, un célebre médico en el Cehegín de la segunda mitad del siglo XIX

Esquela mortuoria de don Miguel Mas y Soler, en el periódico comarcal " ElSiglo Nuevo" en el mes de marzo del año 1902. Archivo Municipal de Cehegín.




Falleció don Miguel Mas y Soler el día 23 de marzo del año 1902, a una edad temprana de 54 años. Fue un reconocido médico cirujano, natural de Valencia, que casó con la ceheginera doña María de Béjar y Ciller. Persona de prestigio, ejerció de profesor de la Facultad de Medicina de Valencia y fue académico de la Real Academia de Medicina de Valencia. Llegó muy joven a Cehegín, obteniendo una plaza de médico titular, y aquí conoció a su esposa, se casó y tuvo como hijos  a don José, don Francisco y don Miguel Mas de Béjar. Este último fue propietario de la casa de Jaspe, de Cehegín, por su matrimonio con la heredera de la misma, doña Josefina Massa, y persona de gran reputación intelectual y humana en el Cehegín de la primera mitad del siglo XX.
A modo anecdótico podemos comentar que don Miguel Más y Soler, siendo alcalde de este pueblo d. Ildefonso González Gómez, en el año 1874, y siendo muy joven don Miguel solicitó éste al Ayuntamiento, como médico municipal que era, que se le subiese el sueldo hasta alcanzar la cifra de 10.000 reales, siendo desestimada dicha petición. Entonces el Ayuntamiento, tras la discusión que provocó la negativa, lo apartó del cargo, argumentando que “no tenía la eficacia necesaria para tan delicado fin” y nombró, con el sueldo de 5000 reales anuales a don Francisco López Gómez, como médico

Decía don Miguel en una carta, que nos refleja el diario” El Siglo Nuevo”, en el año 1902:

“No importa que las frescas brisas de esa hermosa vega no mecieran mi cuna cuando nací, si orearon mi frente cuando  empecé a ser hombre; y esa fecunda tierra no negará a mi cuerpo, cuando muera, un rincón sombreado por la Peña Rubia. No importa, no, que yo no haya nacido en Cehegín; la patria está allí donde uno ama y es querido y la patria del hombre que piensa no se encierra entre las cuatro colinas que rodean un pueblo, cuando extenderse debe al ser solidario de los demás hombres hasta llenar la humanidad entera.”

A su fallecimiento, los periódicos locales, comarcales y regionales se hicieron amplio eco del suceso, siendo grandes las muestras de pésame desde todos los sectores sociales y políticos, así como en el mundo de la medicina.

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