viernes, 28 de febrero de 2014

La elaboración tradicional del carbón vegetal en Cehegín.

Carbonera tradicional. Fotografía tomada del blog " La página 17"


Todos hemos oído en alguna ocasión hablar de la figura del carbonero, y la gente de más edad la recuerda perfectamente. El carbonero era aquella persona que se encargaba de la elaboración del llamado carbón vegetal. Hasta entrado el siglo XX en Cehegín, y que sepamos, al menos desde el siglo XVI, por su abundancia en monte de pino, y por lo tanto de maderas, siempre se produjo mucho carbón vegetal que, una vez elaborado, era vendido, ya que su poder, llamemos “calorífico”, es mayor que el de la madera. En las actas capitulares del Concejo, y luego Ayuntamiento de Cehegín, hay muchas referencias a la producción de este material, tan necesario antiguamente para infinidad de menesteres, desde su utilización de labores como material para calefacción en estufas y braseros, hasta las cocinas, las herrerías y otros tantos oficios, ya que, por otro lado era más barato que la leña y aguantaba más el calor.
El método para su producción consistía en formar un montón, bien apilado, de leña, e ir tapándolo hasta crear una estructura que recordaba por su forma a los antiguos hornos morunos. Se iba cubriendo primero con hierba húmeda, cortezas de madera y otros. Luego se le echaba tierra encima hasta formar una capa de modo que sólo quedase un agujero en la parte inferior, que era por donde se prendía la madera. Esto era denominado carbonera. Luego quedaba ardiendo durante varios días bajo la cubierta de tierra. Lo carboneros tenían que conseguir que quedase todo bien compacto. En el interior se generaba una gran cantidad de calor que era lo que transformaba la madera en el susodicho carbón vegetal. Pasados unos cuantos días, y cuando ya se observaba que el proceso de transformación había concluido se retiraba la capa de tierra y se extraía el carbón, se transportaba y se vendía al precio corriente.
Lo cierto es que el oficio de carbonero debió de ser bastante duro y sujeto a las inclemencias del tiempo. Por otro lado, en ocasiones, ocurrían desgracias al caer algún trabajador en la carbonera ardiendo por no estar bien acabado el proceso o por ser defectuosa la construcción.
El paisaje de las carboneras debió de ser relativamente común en muchos parajes de Cehegín. Todavía cuando se va caminando por algunos lugares te puedes encontrar fragmentos de carbón vegetal, que parecen casi de piedra, y te das cuenta de que su origen no está en una fogata moderna. Son reliquias de antiguas carboneras que ya no existen, evidentemente, al haber cambiado el paisaje, pero que estuvieron allí cien o doscientos años antes. Este oficio de carbonero ya ha desaparecido totalmente de Cehegín.
A continuación les dejo con un documento del Archivo Municipal de Cehegín, del año 1866.

“En la villa de Cehegín, a veinte y uno de junio de mil ochocientos sesenta y seis. Bajo la presidencia del sr. alcalde d. Antonio Sandoval, se reunió el Ayuntamiento en las salas consistoriales y abierta la sesión ordinaria, dicha presidencia dijo:

Que como es sabido por la Corporación, el sr.  Gobernador Civil de la Provincia, por su oficio de siete del actual, se ha servido aprobar la medida de la continuación de los carboneos en el sitio de las Ramblas de Gilico, supuesto de la propiedad de doña Ana Pareja, pero realmente de aprovechamiento vecinal, según todas las probabilidades, datos, informes y diligencias al efecto practicadas. Que con tal motivo es constante el hecho de que, a favor de dicha elaboración de productos, se están haciendo diversos gastos en el pago de operarios y guarda interino interventor. Que también es cierto que hay un número de carboneras concluidas de hacer y bastantes cargas envasadas ya, hallándose si bien bajo custodia de dicho empleado interino a la intemperie y en una extensión grande de terreno. Consideramos que somete a la comprensión del municipio, para que acuerde lo que le parezca conveniente…”

Acta capitular del Ayuntamiento de 21 de junio de 1866. Cehegín. Archivo Municipal.


jueves, 27 de febrero de 2014

Don Blas Sandoval Martínez. Un médico ejemplar en la epidemia de cólera-morbo del año 1855, en Cehegín. Un documento municipal sobre el reconocimiento a su labor.



“En la villa de Cehegín, a quince de octubre de mil ochocientos sesenta. Reunido el Ayuntamiento Constitucional en su sala capitular, bajo la presidencia del señor alcalde de ella, en sesión extraordinaria dijo:

Que don Blas Sandoval Martínez, de esta vecindad, acababa de dar la prueba más convincente de su celo en el servicio de su profesión durante la epidemia del Cólera-Morbo Asiático que desgraciadamente invadió esta población. Que tan luego como se sintieron los amagos de tan terrible enfermedad, se presentó gustoso al señor presidente, haciéndole ver que se hallaba dispuesto a la asistencia de los enfermos como efectivamente lo verificó con los mayores rasgos de caridad y filantropía, tanto en las horas del día como las de las noches que siguieron a la citada epidemia. La municipalidad, queriendo compensar dichos servicios y a la vez retribuirle el trabajo diario que lleva dicho profesor en la asistencia de los enfermos pobres de solemnidad desde que se estableció es este pueblo y cuya asistencia continuará en ella, según tiene ofrecido. Desde luego se le asigna la cantidad de mil y cien reales anuales, pagaderos de los fondos del presupuesto municipal”

Libro de actas capitulares del año 1860. Cehegín. Archivo Municipal.

Sobre la epidemia de cólera-morbo en el Cehegín del año 1885






 Elaboré hace ya unos años un trabajo, a mi entender bastante completo y riguroso, con relación a la epidemia de Cólera-Morbo Asiático del año 1855 en Cehegín, y que los lectores pueden consultar en este blog y también en varias publicaciones en papel, entre ellas la revista de historia " Alquipir", en su nº 14, año 2010, y también en mi libro "Miscelánea Histórica de Cehegín" publicado este pasado año de 2013. Sin embargo en el año 1885 hubo otra epidemia de cólera  aún más fuerte que la del año 1855. En este caso Cehegín sufrió, en adultos, un número de muertes que rozó las 250 personas, frente a, aproximadamente, un centenar menos en la anterior epidemia, ya que entonces hubo alrededor de 150  por cólera. En el año 1885 fallecieron  216 párvulos, en total, por las causas que fueren, entre las que estaba, lógicamente, el cólera. No podemos comparar con el año 1855, ya que no tenemos de ese periodo cifras de párvulos. Aquí reside una de las paradojas. En el año siguiente, el 1886, fallecen 240 párvulos, más que en el año anterior con la epidemia. Sabemos perfectamente que  los índices de mortalidad eran muy elevados entre los niños, hubiese o no brotes epidémicos. De todas formas había brotes periódicos de varias enfermedades que diezmaban a la población infantil.  Estoy trabajando en este periodo, en diferentes temas, de modo que se investigará esta epidemia en profundidad, y su repercusión a todos los niveles en los años posteriores. En mi opinión, una de las causas de esta aparente paradoja, que no lo es tanto, reside, aparte de algún posible brote epidémico de sarampión u otra enfermedad, en la situación socioeconómica en que quedan muchas familias en el año 1886, con un índice de pobreza muy elevado. En otras palabras, se juntó la enfermedad y la pobreza. Muchos niños de familias pobres murieron, literalmente, de hambre. En fin, elaboraré un trabajo con relación a estos años y el impacto socioeconómico de esta epidemia bestial.