© Francisco Jesús Hidalgo
García
Introducción.
Resulta sorprendente el que una
figura que parece haber tenido cierta relevancia dentro del entramado cultural,
económico, religioso y social del Cehegín de la primera mitad del siglo XVII no
haya sido estudiada hasta el momento desde un punto de vista histórico con la
rigurosidad que se merece. En este aspecto habría que hacer un énfasis
aclarando que hasta hoy en día sólo lo sacó a la luz con unas pinceladas literarias
el laureado escritor ceheginero Salvador García Jiménez (1). Es un personaje prácticamente desconocido hoy aunque, no
obstante, persona de reconocido prestigio en el Cehegín de su época, tanto a
nivel social, como profesional y también en su faceta de erudito de vasta
cultura. De familia noble y adinerada, fue médico, humanista, hombre de letras e
historiador (en el sentido de la época). Lamentablemente, hasta el momento,
como veremos más adelante, sólo tenemos noticias sobre sus escritos por
informaciones de contemporáneos y estudiosos de época posterior a la suya. Se
le ha nombrado desde el manuscrito de Ambel, del siglo XVII, hasta los escritos de don Miguel Mas, a
mediados del siglo XX, pero nadie investigó su biografía, al menos profundizando
en su vida, de modo que, hasta el momento, eran muy pocos los datos suyos que
se tenían. No disponemos de ninguna obra escrita de su mano, ni copia (a
excepción de los fragmentos que don Martín de Ambel incluye en su libro
“Antigüedades de la villa de Cehegín”), aunque sí algunos documentos médicos
firmados por él.
La investigación de personajes
históricos es apasionante, pero también presenta dificultades importantes en
cuanto a que el investigador no se puede restringir a indagar en un único
archivo histórico y debe de buscar y rebuscar, casi como persiguiendo una aguja
en un pajar, hasta encontrar datos fidedignos y, aún más, cuando prácticamente
no hay casi nada por donde comenzar el trabajo. Ésta es la situación del doctor
Yáñez Espín. Del Archivo Histórico de
Cehegín, el Histórico Provincial de Murcia, el Archivo Histórico de la Universidad de
Salamanca, el Archivo Parroquial de Cehegín, entre otros, han manado las
fuentes de donde hemos bebido para elaborar este bonito trabajo de
investigación.
Vamos a intentar sacar a la luz a
un hombre prácticamente desconocido, su historia familiar, su vida, sus
relaciones, el mundo en el que se desenvolvía su actividad profesional,
literaria y también económica. En esencia, vamos a descubrir cosas que nadie
sabía desde hace siglos. Este año 2014 se cumple el trescientos sesenta
aniversario de su fallecimiento. Lo celebraremos con su rescate, que no es poca
cosa, con la idea de enriquecer un poco más la historia local a través de la
biografía de un personaje de relieve que quizá, junto con su buen amigo don
Juan de Quiroga, fuese la persona más culta que caminó por este pueblo durante
toda la primera mitad del siglo XVII. Comencemos, pues, esta aventura.
---------------------------------------------------------------------
(1)
García Jiménez, Salvador. La gran
historia de honor de don Martín de Ambel. Edit. KR. 1997.
Un marco histórico.
Cehegín crece mucho durante el
siglo XVI, y a comienzos del XVII el pueblo avanza en su trazado urbanístico.
Se conforman de manera definitiva las vías principales, la calle Mayor de
Arriba, la Cuesta
de Moreno y la calle de la
Tercia, de modo que en este espacio se instalarán las
principales casas de los potentados cehegineros. La población se extiende desde
los arrabales del siglo XVI hacia el cabezo de la Concepción, y por toda la parte meridional va creciendo
paulatinamente a un lado y a otro de esas vías que hemos comentado. A finales
del siglo XVIII se habrá completado la urbanización de lo que hoy conocemos
como el Casco Antiguo de Cehegín. Pero ahora estamos a principios del siglo
XVII. El doctor Yáñez Espín, a lo largo de su vida, conoce el final del reinado
de Felipe II (el monarca fallece cuando tenía nuestro protagonista once años), el
reinado de Felipe III completo y el de Felipe IV hasta fallecer once años antes
de la muerte del monarca.
La economía de la villa de
Cehegín estaba totalmente controlada por unas cuantas familias que, a su vez,
juntaban en torno a sí a otras de menor rango, unas veces por lazos familiares
y otras por simple interés y se creaban redes de lazos clientelares que se
hacían más sólidas a través de matrimonios concertados entre ellas. Entonces
intentaban controlar el Concejo como medio para poder dirigir la economía local
en beneficio de sus propios intereses. Estas familias tenían importantes
propiedades en tierras, hornos, almazaras y molinos, que les proporcionaban grandes
beneficios. Cehegín había crecido enormemente en los últimos cien años. Desde el año 1500 hasta el 1600 la población
aumenta de manera espectacular, pasando de, aproximadamente, unas mil
quinientas almas a finales del siglo XV a unas seis mil hacia principios del
siglo XVII. La economía está basada en la producción agrícola, la seda, el viñedo,
el olivar etc. La estructura social, desde un punto de vista económico, se
puede estructurar en familias hidalgas adineradas, labradores ricos que durante
los siglos XV-XVI eran conocidos como caballeros cuantiosos, y que aspiran a la
hidalguía, un grupo intermedio y variopinto de personas con oficios varios y
que invierten en propiedades en tierra y, desde luego, una gran masa
poblacional de braceros que viven una vida dura y mal remunerada, a expensas
del trabajo en las propiedades de los hacendados.
En este tiempo la villa se
encuentra integrada en la llamada Encomienda de Caravaca, perteneciente a la Orden Militar de
Santiago. Los roces y tensiones eran habituales entre el Concejo, que quería
mantener su independencia política y económica, y la Orden que, con el fin de
proteger sus intereses, presionaba para intentar controlar económica y
políticamente al Concejo y con él, a la villa.
Este es un mundo rural y, en
muchos aspectos, unas vías de comunicación en mal estado propiciaban un cierto
aislamiento del resto del mundo pero, al fin y al cabo, eso era lo que sucedía
en todas las villas del interior del Reino de Murcia. Sin embargo, gente como
el doctor Yáñez y otros personajes de la élite económica y social lo rompían
con sus viajes a Murcia y a Madrid, a la Corte, donde la vida urbana era totalmente
diferente a la de este Cehegín deprimido y pobre.
Don Juan, con sus viajes
periódicos, podía respirar el aire de la ciudad, visitar amigos, librerías y
bibliotecas particulares y a la vez enriquecer la suya propia con compras de
libros de todo tipo, incluso también los censurados. Nuestro personaje debió de
poseer una rica e interesante biblioteca, pero de la que no nos ha quedado
vestigio alguno.
Este es, en unas breves
pinceladas a modo de introducción, el Cehegín que conocía el doctor don Juan Yáñez
Espín.
Don Juan Yáñez Espín en su niñez y
juventud
Don Juan nace en Cehegín, siendo
bautizado el día 20 de enero del año 1587 (2), como hijo de don Juan Yáñez Espín y de
doña María Hernández
(3), y nieto, por vía paterna, de don Alonso Yáñez y doña María López
Espín y por la materna de Juan de Carmona y de Catalina Sánchez. El pequeño crece
en una familia hidalga, los Yáñez, cristiana vieja, con una buena disposición
económica, en dinero y bienes, y con presencia documentada en esta villa desde
la segunda mitad del siglo XV. Su antepasado Lope Yáñez figura como hidalgo en el padrón de los Reyes
Católicos del año 1495. Será su abuela, doña María, la que una el apellido
Espín, también hidalgo, a la familia, y que portarán tanto su padre como él y
sus hermanos.
La niñez y juventud temprana de
don Juan se desarrolla en Cehegín donde, al amparo de su tío Alonso Yáñez,
hermano de su padre, y por aquellos tiempos maestro de escuela en la villa, se
le irá inculcando el amor por el conocimiento y el pensamiento humanista que,
años más tarde, será sello que portará a lo largo de toda su vida. Quizá fue
durante su juventud temprana, a la vez que aprendía las letras con su tío
Alonso cuando, imbuido tanto por las enseñanzas de éste, como por la propia
curiosidad de sus años jóvenes, empezó a tener una cierta querencia y
preguntarse por las cosas de la antigüedad llevado, sin duda, por ese espíritu
de que “el saber no ocupa lugar” y la presencia, por los cuatro costados del
término de la villa, de restos de tiempos antiguos, como el mismo castillo que,
hacia el año 1600, cuando él sólo tenía 13 años, era un edificio destinado a
mantener la pompa y el prestigio de la
Orden de Santiago y sobre todo de su alcaide, pero que sólo quedaba
como imagen de otros tiempos, una fortificación que no tenía un sentido
práctico como instrumento defensivo de la villa. También conocía perfectamente
la ruinas de Begastri, que a finales del siglo XVI todavía mantenían visible la
estructura de la planta de la ciudad, aunque ya se había iniciado tiempo atrás
el desmantelamiento de las murallas para utilizarlas como cantera de piedra. No
obstante ni él, ni nadie, por aquel entonces, sabía qué ciudad había sido esa.
Ese misterio hacía que la gente se preguntase por ella, su antigüedad, quién
había vivido allí, su historia. En la
época de la niñez y juventud de Juan Yáñez Espín el término municipal de
Cehegín aún conservaba una cantidad enorme de vestigios que, en la mente de una
persona con inquietudes, resultaba un estímulo enorme para fomentar la búsqueda
del conocimiento sobre los tiempos antiguos. Estas cuestiones fueron
convirtiendo a Juan en un amante de las cosas de la Historia. Sabemos
que nació seis años antes que don Martín de Ambel y Bernad y cuatro años antes que don Juan de
Quiroga Faxardo, los que serían grandes amigos suyos. Ambos fueron personas de
cultura, fundamentalmente Juan de Quiroga, que se convirtió en un gran
escritor, y con el que es muy probable que Yáñez viajase en alguna ocasión, ya
con la mayoría de edad, a Madrid, donde Quiroga cultivaba muy buenas amistades
en el ambiente literario de ese tiempo.
-----------------------------------------------------------
(2)
Acta de Bautismo de don Juan Yáñez Espín. APSMM. Libro de bautismos nº 2. Folio
217 v.
“Juan, hijo de Juan Yáñez.
Este dicho día, mes y año, baptizó el
dicho a Juan, hijo de Juan Yáñez y Mari Hernández, su mujer. Fueron compadres
Alonso de Carmona y su mujer, Juana Guirao. Y por la verdad lo firmé. Pedro de
Terán”
(3)
Acta de matrimonio de don Juan Yáñez y doña María Hernández, padres del doctor
don Juan Yáñez Espín.
APSMM.
Libro de matrimonios nº 1. Folio 35 V.
“En onçe de otubre del año de mill y
quinientos y setenta y nueve años, beló el padre Antonio López a Juan Yáñez,
hijo de Alonso Yáñez y de Mari López, y a Mari Hernández, hija de Juan de
Carmona y de Catalina Sánchez. Fueron padrinos
Alonso d´Espín y su mujer, Catalina Rodríguez. Testigos los reverendos
Rodrigo de Morales y Pedro González de Rueda, y Alonso Yáñez, maestro de
escuela. Y lo firmó el dicho Antonio López.
Antonio López Yáñez”
Los estudios en Salamanca.
Comenzó el joven Juan Yáñez sus
estudios de Bachiller en Artes y Filosofía en la Universidad de
Salamanca, en el curso 1609-1610, cuando ya tenía 22 años cumplidos, por lo
cual es de suponer, aunque no tenemos documentación al respecto, que debió de
estudiar en Murcia o en otro lugar durante algún tiempo para luego trasladarse
a la famosa universidad salmantina.
El Archivo Histórico de la Universidad de
Salamanca ha resultado ser un magnífico escenario donde poder recabar algunos
aspectos fundamentales para elaborar la biografía de este personaje. Lo que en
principio parecía, como suele ser habitual en la investigación histórica, una búsqueda
un tanto aleatoria, sin saber muy bien si se podría encontrar algún dato
referente a la persona sobre la que indagaba, resultó que se abrió un buen canal
en lo que se suponía que sería una búsqueda azarosa y quizá de poco fruto. Uno
de los primeros hallazgos fue una descripción, somera, pero muy gratificante de
don Juan Yáñez Espín. Es realmente interesante, a pesar de ser muy sencilla,
porque no tenemos descripciones del rostro de personajes célebres cehegineros
en esta época.
“Juan Yáñez, natural de Cehegín, diócesis de Cartagena. El rostro flaco
y una herida en la frente. Con cédula de examen fecha a veinte de diciembre de
seiscientos y nueve. Y desde allí ha estado y estuvo un curso en súmulas con
Alonso Marcos, natural de La
Vellés, de Salamanca, y Domingo Zamorano, natural de
Cardenete, de Cuenca. Juraron, etc.” (4)
Hacia el año 1610 se encontraba en
Salamanca la que desde tiempos medievales había sido considerada como una de
las más prestigiosas universidades, no sólo españolas, sino de toda Europa. La
capacidad económica de la familia de don Juan Yáñez permitió que éste pudiese
cursar estudios durante, al menos, siete años, que son los que tenemos
documentados, aunque pudo ser alguno más. Así, en primer lugar estudió el
Bachiller en Artes y Filosofía durante los cursos 1609-1610, 1610-1611 y
1611-1612. Obtuvo el grado de Bachiller
por Salamanca el día 22 de diciembre de 1612. En enero siguiente comenzó los
estudios de medicina.
“A 4 de jullio de 1613.
Juan Yáñez, natural de Cehegín, diócesis de Cartagena. Recibió el grado
de Bachiller en Artes por Salamanca a veintidós de diciembre de 612, y desde
primero de henero de 613 ha
estado y provó un curso en medicina theórica y filosofía natural, con los
dichos Alonso de Madrid y Luís González. Juraron etc.” (5)
El fondo documental del Archivo
Histórico de la
Universidad de Salamanca nos ha permitido conocer que don
Juan Yáñez realizó estudios de medicina entre los cursos 1612-1613, 1613-1614, 1614-1615
y 1615-1616. Tanto los libros de matrícula como los registros de pruebas testificales
nos ofrecen una interesante información de cara a poder desentrañar los
estudios de Yáñez en esta prestigiosa universidad.
-----------------------------------------------------
(4)
AUSA. 601. Registros de pruebas testificales de cursos y lecciones de las
facultades de Teología, Artes y Medicina. 30 de junio de 1610. Folio 102
v.
(5)
AUSA. 603. Registros de pruebas testificales de cursos y lecciones de las
facultades de Teología, Artes y Medicina. 4 de julio de 1613. Folio 69 v.
“A 22 de marzo de 1616
Lectiones en cánones, digo en medicina, de Juan Yáñez, natural de
Cehegín, diócesis de Cartagena. Probó aber leydo diez lecciones en medicina en
diez días lectivos. A estado con Gaspar
Tablares, natural de Freixo de Lamego, y García de Soto, natural de Aixa
de León. Juraron, etc.
Y probó aber tenido y sustentado
el general de medicina desta Universidad un acto de conclusiones en medicina
que duró más de una hora y media, presidiendo el doctor Lucas Criado de Miranda.
Y lo tuvo a quatro de hebrero de
seiscientos quince.
Y aber tenido desde su segundo año Galenos, Hipócrates y Avicenas, y
otros libros de la dicha Facultad, con Juan de Cabrera, natural de la Hinojosa, de Córdova, y
Pedro de los Arcos, natural de Nájera, de Calahorra. Juraron, etc.” (6)
Sabemos, pues, que realizó en el Bachiller un curso de súmulas, otro de lógica y otros tantos de Artes y Filosofía y que durante la Carrera de Medicina cursó estudios de medicina teórica y práctica, cirugía, filosofía natural, medicina práctica de visitar a enfermos etc.
Debieron de ser unos años duros
los que pasó en Salamanca don Juan Yáñez, porque los estudios eran difíciles en
aquellos tiempos, y aún más los de medicina, en una universidad que cuidaba su
prestigio internacional procurando que el nivel obtenido por sus alumnos fuera elevado.
El estar durante tanto tiempo alejado de su tierra, ya que sólo vendría en los
periodos vacacionales, y no siempre, dado lo incómodo, molesto, e incluso
peligroso de los viajes en esta época, debió de resultar difícil de asimilar
los primeros años. A la vez debieron de ser años gratificantes tanto por las
amistades que debió de hacer allí como por el nivel del profesorado. Por otro
lado entre sus compañeros hubo gente que luego destacó en el campo de las
artes, la medicina o la filosofía. En este tiempo universitario, al socaire de
las buenas bibliotecas de Salamanca y el ambiente de estudio de todas las
facultades fue cuando, con seguridad, don Juan comenzó su faceta de hombre
bibliófilo.
La Universidad, como
institución, y Salamanca, como ciudad, lo transformaron en una persona
distinguida y culta, a partir del joven provinciano, inteligente y listo, que
partió un día de Cehegín con la falta de experiencia que cargaba por haber
vivido en una villa rural, pobre y aislada, aunque él fuese de familia hidalga
con buenas posibilidades.
Después del año 1617 ya no hemos
encontrado documentación sobre la continuidad de sus estudios en la Universidad de
Salamanca, de modo que, hasta el momento, aunque sabemos que él obtuvo el
título de doctor, no hemos podido localizar la documentación que nos confirme
el año en que obtuvo dicho reconocimiento. Sabemos, por otras fuentes, que en
1623 ya lo era.
“2 de abril de 1616
Juan Yáñez, natural de Cehegín, diócesis de Cartagena. Provó un curso
en medicina teórica, método y práctica de visitar a enfermos, desde San Lucas
pasado hasta oy día, con Bartolomé Garay, natural de Morón, diócesis de
Sigüenza, con Baltasar Cardosa, natural del Barco, diócesis de Ávila. Juraron etc.”
(7)
---------------------------------------------------------------
(6) AUSA. 605. Registros de pruebas
testificales de cursos y lecciones de las facultades de Teología, Artes y
Medicina. 22 de marzo de 1616. Folio 75 r.
(7)
AUSA. 606. Registros de pruebas testificales de cursos y lecciones de las
facultades de Teología, Artes y Medicina. 2 de abril de 1616. Folio 61 v.
Familia
Don Juan casó con doña María de
Burguillos en fecha de 12 de diciembre de 1627 (8),
en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, de Socovos, Albacete. Contrajo, pues,
matrimonio con cuarenta años, posiblemente condicionado por su vida de estudio
que, sin duda, se alargó hasta cumplir los treinta. Doña María era hija de don
Diego de Burguillos Ballestero y de doña Polonia Mercado, naturales de
Santisteban del Puerto, en Jaén.
En el siglo XVII la edad normal
para casarse era de veinte años para los hombres y dieciocho para las mujeres.
Doña María de Burguillos era menor que él,
y con ella tuvo como hijos a Lope en 1629 que falleció muy niño, Alonso
en 1631, también muerto al poco tiempo, y los hijos que le sobrevivieron hasta
llegar a la edad adulta fueron María, nacida en el año 1633, Lope en 1637, y
Restituto, del que no conocemos la fecha de nacimiento por no haber sido
bautizado en Cehegín, pero que nació en fecha anterior al año 1637, ya que
sabemos por el testamento de su padre que era el hijo varón de mayor edad. (9)
------------------------------------------------
(8)
Acta de matrimonio de don Juan Yáñez Espín y de doña María de Burguillos. APNSA.
Libro de matrimonios nº 2. Folio 3. Año 1627. Socovos
“El doctor Juan Yáñez Espín y doña María
de Burguillos. Veláronse en Cehegín.
En doce días del mes de diciembre del
año de mil y seisçientos y beinte y siete años yo, el licenciado Luís de Perea,
del ábito de Santiago y cura propio de la villa de Cehegín, desposé por
palabras de presente, in facie eclesia, abiendo precedido las amonestaciones
que manda el Santo Concilio, así en la villa de Cehegín como en la de Socobos,
y abiéndose traydo mandamiento del señor don Diego de Ballesteros, vicario
general de la villa de Yeste y su partido, al doctor Juan Yáñez Espín, hijo
legítimo de Juan Yáñez Espín y de doña María Fernández Piñero, vecinos de la
dicha villa de Cehegín, y a doña María de Burguillos, hija legítima de Diego de
Burguillos y de doña Polonia Mercado, vecinos y naturales de la villa de
Santisteban del Puerto. Fueron testigos el doctor Luís de Tamayo, teniente de
cura de la villa de Férez, y a don Francisco de Estremera, y a Alonso Carmona,
vecinos de la villa de Cehegín. Y yo lo firmé. Ut supra.
Licenciado Luís de Perea Prado.”
(9)
Acta de Bautismo de María Yáñez de Burguillos, hija del doctor Juan Yáñez Espín
y doña María de Burguillos. APSMM. Libro de bautismos nº 6. Folio nº 256.
Cehegín
“María, hixa del doctor Juan Yáñez. En
veinte y tres días del mes de março del mil y seisçientos y treinta y tres
años, yo, el liçenciado Alonso Fernández, cura, baptiçé a María, hija del
doctor Juan Yáñez y doña María de Burguillos, su mujer. Fueron compadres el
liçenciado Paco, presbítero, y doña Polonia, mujer de Alonso Fernández. Y lo
firmé.
Alonso Fernández”
Nota:
María Yáñez de Burguillos casó con don Rodrigo Carreño Espín, en un matrimonio
concertado, de que se conserva el acta notarial, de fecha seis de septiembre de
1654, poco antes del fallecimiento de su padre, el doctor Yáñez, según consta
en protocolo notarial, nº 8161 del AHPM. En dicho documento se fijan las dotes
y bienes que los padres han de dar a los contrayentes una vez que se haya
formalizado el matrimonio, de modo que
don Alonso Carreño le da a su hijo tierra y determinados bienes que le ayuden a
aumentar su patrimonio y, de la misma manera, don Juan Yáñez lo hace con su hija,
doña María.
Restituto
casó dos veces, en primeras nupcias con doña María Espín Chico, hija del
licenciado don Diego Espín y de doña María Chico, en el año 1658, y en segundas
con doña Juana Lorencio, viuda de don Baltasar de Béjar, en el año 1668. En cuanto
a Lope no tenemos referencia alguna sobre su matrimonio, quizá quedó soltero o
casó fuera de la villa.
El doctor Yáñez tenía como
hermanos a Alonso Yáñez Espín, Lope, María y Matías. Un personaje interesante
para ser estudiado es Alonso, su hermano mayor, que en el año 1600, con alrededor
de veinte años, figura como estudiante. Se trata de un hombre con un cierto
poder económico y político en el Cehegín de la primera mitad del siglo XVII, de
modo que fue regidor en el Concejo y consiguió que su hijo Joaquín Yáñez,
nacido en 1610, fuese nombrado por el rey don Felipe IV, en el año 1639, Regidor
Perpetuo de la villa de Cehegín, tal y como figura en las actas capitulares del
Concejo. Alonso había casado con doña Juana Fernández el día 25 de abril del año
1602, y Joaquín, hijo de ambos, casó con doña Mariana de Carmona en el año
1630.
Esta rama familiar de los Yáñez
Espín resulta interesante para sacarla a relucir, pues aunque el doctor Yáñez
Espín no entró en cuestiones de política ni ocupó cargo alguno (que sepamos por
la documentación) como regidor ni alcalde ordinario del Concejo, ni otros
oficios que no fuesen el directamente relacionado con su profesión de médico,
sí que la presencia de su hermano Alonso y después de su sobrino Joaquín, como
regidores, con quienes mantenía, según se desprende de algunos documentos, una
muy buena relación, le permitió defender determinados intereses personales y
económicos propios, habida cuenta del importante patrimonio de que disponía.
Don Juan Yáñez fue un hombre rico,
quizá no al nivel de las más poderosas familias de la villa, pero sí lo
suficiente como para ostentar y llevar un buen nivel de vida y de ello da fe su
testamento.
Sabemos que cuando redactó su
testamento (10) creó un mayorazgo de
bienes vinculados que recaía sobre su hijo Restituto, que era el mayor de los
hermanos varones, de modo que dicho mayorazgo era indivisible y pasaría de
padres a hijos por la línea de los herederos del primogénito. Si éste no
tuviese herederos entonces pasaría a la línea genealógica del segundo, Lope, y
la siguiente en la sucesión, en caso de que Lope no tuviese herederos era María
y sus hijos. Tenía un valor aproximado en bienes de unos mil ducados. Doña
Maria de Burguillos, su mujer, quedó con el usufructo de dicho vínculo y
mayorazgo, hasta que falleció en el año 1656.
Tenía el doctor Yáñez una buena
cantidad de tierras, entre las que destacaba la heredad del camino de Canara,
con unas cuarenta peonadas, como una entre sus muchas heredades repartidas por
el término de la villa de Cehegín. Además tenía un horno en el Coso, que
arrendaba produciéndole una buena cantidad de ganancias al año. El último
arrendamiento que hizo fue a Marcos López, unos meses antes de su muerte.
“ Y el dicho doctor Yáñez dixo que da en arrendamiento al dicho Marcos
López un horno de pan cozer, que tiene
en esta villa, en la calle de los Corbalanes, en el varrio del Coso, con çinco
cuerpos de casa, linde Juan Corbalán, alcayde,
y otros por tiempo y espacio de tres años, que han de correr y contarse
desde primero de mayo hasta ser cumplidos los otros dos, otro día primero de
mayo del año de çinquenta y siete, por preçio cada un día de los que fueren de
trabaxo en que se puede cozer pan de dos
libras de pan de trigo bueno , de dar e reçebir, con que las fiestas forzosas y
domingos no a de pagar cosa alguna…”
(11).
-----------------------------------------------------------------
(10) AHPM. Testamento de don Juan Yáñez Espín.
Protocolo notarial nº 8160. Folio nº 26.
(11) AHPM. Carta de arrendamiento
del doctor Juan Yáñez contra Marcos López. Protocolo notarial nº 8161. Folio nº
38.
Don Juan Yáñez, médico en Cehegín.
“En la villa de Cehegín, a cinco
días del mes de mayo de mill y
seisçientos y cuarenta y dos años, el
doctor Juan Yáñez Espín, médico, y Jerónimo de Moya, çirujano, vecinos de esta
villa, con juramento que hiçieron en forma de derecho declararon que están
curando y visitando a Sebastián Ruiz Maya Capel, veçino de esta villa, de çiertos achaques y mala
dispusiçión que tiene del hígado, de que tiene el cuerpo con algunas llagas y
flema sacada y está de modo que en haçiendo cualquier exerciçio brota sangre
por las manos, por la dicha flema….”
Don Juan de Quiroga. El doctor
Yáñez Espín. Jerónimo de Moya.
Ante mí, Cristóbal d´Avila.” (12)
El médico, durante la Edad Moderna, era una persona
socialmente muy reconocida y una profesión bien pagada. Sabemos que, en
Cehegín, el Concejo tenía dos galenos que cobraban un sueldo, pero que además
atendían a enfermos por cuenta privada.
Junto con el doctor Juan Yáñez
Espín estaba, hacia 1640, el doctor Pedro Enríquez de Mezquita. Acompañado del
cirujano solía visitar a los enfermos en sus casas, diagnosticar en base a su
experiencia, conocimientos, y la observación del estado del enfermo, pero en
escasas ocasiones se aventuraba a realizar las intervenciones quirúrgicas,
sangrías u otras operaciones, ya que de ello se encargaba el cirujano, cuando
lo había, y en cuya falta se ocupaba de ello el barbero. En la época del doctor
Yáñez el cirujano era Jerónimo de Moya. No obstante, nuestro doctor tenía
conocimientos de cirugía, disciplina que había estudiado en Salamanca, como
hemos visto en textos precedentes, pero no intervenía por considerar, por un
lado, que se invadía el campo de trabajo del cirujano y, por otro, porque el
propio prestigio del médico conllevaba no realizar determinadas funciones que
debían hacer otros profesionales de rango inferior al suyo.
El médico, en esa relación
especial que existía entre él y el enfermo, era una persona que ejercía una
cierta labor de compañía, de ahí viene la expresión “médico de cabecera”. En
muchas ocasiones esa relación traspasaba lo puramente profesional, de modo que
se creaba un entorno de amistad entre ambos. En otros casos afloraba la imagen
del “matasanos” en algunos médicos, a los que se consideraba que no ejercían su
actividad debidamente y eran sancionados.
En este tiempo la casa del médico
estaba abierta a las peticiones de los enfermos fuese la hora que fuese y,
además, él estaba obligado a asistirlos en sus casas particulares cuando se lo
solicitasen. Por la documentación que hemos podido consultar sobre el doctor
don Juan Yáñez se puede entrever que se le consideraba un buen profesional.
Cuando se atendía a enfermos pobres que no podían pagar la consulta el Concejo
solía cubrir los gastos de la atención dispensada por el médico.
------------------------------------------------------
(12)
AMC. Excepciones a los hidalgos para no ir a la Guerra de Cataluña. Año
1642. S.C.
Tenemos constancia de la
presencia de don Juan ejerciendo la medicina en Cehegín desde el año 1623, en
que ya figura como el doctor Juan Yáñez, hasta prácticamente el mismo momento
de su muerte, ocurrida en el año 1654. Por eso, cuanto más tiempo se llevaba
ejerciendo y tratando enfermos, mayor era el prestigio, en cuanto a que la
experiencia, como hoy en día, era muy tenida en cuenta.
Don Juan Yáñez. Humanista, historiador y erudito.
La faceta de don Juan Yáñez como
hombre culto y persona interesada en la historia o las tradiciones antiguas viene
reflejada, fundamentalmente, a través del manuscrito de Martín de Ambel y
Bernad (13) en el siglo XVII y de fray Pablo Manuel
Ortega (14) en el siglo XVIII, ya que la
historiografía posterior, básicamente, se ha limitado a reflejar lo que decían
ambos en sus escritos. Cehegín le reconoció en el año 1895 su papel como
protohistoriador y ceheginero de relevancia al dedicarle una calle frente a la
ermita del Santo Cristo.
Es evidente que la figura del
doctor don Juan Yáñez Espín siempre fue y ha ido en cierta manera ligada a la
de don Martín de Ambel y Bernad. Ellos fueron grandes amigos. Sin embargo la
clave en esta asociación que siempre hemos tenido presente reside, sin duda, en
que fue el gran apoyo para que Ambel, encerrado en la torre de la ermita de la Purísima Concepción,
escribiese ese conocido manuscrito denominado “Antigüedades de la villa de
Cehegín”.
-----------------------------------------------------
(13) Ambel y Bernad, Martín. Antigüedades de la
villa de Cehegín. Trascripción y comentarios de José Moya Cuenca. Excmo.
Ayuntamiento de Cehegín. 1995.
(14) Ortega, Pablo Manuel. Descripción
Chorográfica del sitio que ocupa la Provincia Franciscana
de Cartagena. Edit. Pedro Riquelme Oliva. O.F.M. Murcia. 2008.
Don Martín copió fragmentos del
texto original de don Juan y, sin duda, se ayudó de los conocimientos de aquel
que era considerado como una de las personas más cultas en el Cehegín de su
tiempo. Desde luego, el doctor Yáñez era una persona de talla intelectual
superior a la de Ambel.
Parece no haber duda de que el
manuscrito de “Antigüedades de la villa de Cehegín contiene importantes
fragmentos de la obra del doctor Yáñez y, además, el autor lo nombra en varias
ocasiones a lo largo del texto.
“El doctor Juan Yáñez Espín, médico, en un manuscrito que hizo de
antigüedad y fundación de Cehegín dice que fue hallada una piedra antigua en
los años pasados en las ruinas de una población que está destruida, en el
término de Caravaca, que se llamó ciudad de Assoto” (15)
Fray Pablo Manuel Ortega, en su “Descripción
Chorográfica”, hace referencia tanto al manuscrito de Ambel como al del doctor Yáñez Espín y, en algunos momentos, la lectura del
texto sugiere que el franciscano está manejando ambos textos. Ambel copia un
fragmento de la primera hoja del manuscrito de Yáñez.
“De esta piedra consta ser escrita de más de 3000 años a esta parte, en
la cual contiene el tiempo que hubo entre la fundación de Atenas y su fundador Solón y Dracón, legisladores,
de Solón a Polícrates y de éste hasta los Siete Sabios de Grecia, como así
mismo otras cosas que por estar con el tiempo estragadas las letras no se
pueden leer bien”. (16)
Yáñez fue la persona que propició
el que, en el año 1635, el Concejo pidiese las autorizaciones eclesiásticas
necesarias para declarar a San Restituto como patrón de Cehegín, aunque en este
caso fuese en base a unos cronicones elaborados un siglo antes, que él consideró
muy antiguos.
En las actas capitulares del
Concejo de Cehegín, del año 1635, se pone de manifiesto el activo papel que el
doctor Yáñez tuvo en su faceta de investigador en cuanto a historia y
tradiciones antiguas se refiere, de modo que gracias a él San Restituto fue
convertido en patrón de Cehegín, aunque esa devoción, llegado el siglo XVIII,
ya se olvidase entre la población de la villa. Lo realmente importante, a mi
juicio, en este caso, no es tanto el que se basase en los Falsos Cronicones
para argumentar que fue cierto el hecho que planteaba al Concejo en cuanto al
martirio de San Restituto, y que él los considerase como verdaderos, siendo
falsos, sino el afán por buscar restos y pruebas de tiempos antiguos, por
supuesto a la manera que se hacía en el siglo XVII.
Los dos textos siguientes son los
que figuran en esas actas capitulares sobre
San Restituto y su nombramiento como patrón de Cehegín.
------------------------------------------------------------------------------
(15) Obra referenciada en la nota nº 13. Página nº 7.
(16) Obra
referenciada en la nota nº 13.
“Y platicaron que por parte del doctor Juan Yáñez Espín se a echo
relaçión que en escripturas antiguas a hallado que fue martiriçado San
Restituto, natural desta villa por la fe de Jesucristo, el año de trescientos y
seis del nacimiento de Cristo, siendo emperadores Diocleçiano y Maximiano, y
presidiendo en España el cruel Daçiano, y siendo Sumo Pontiffiçe San Marçelo,
en diez de junio, y que por ser natural desta villa se goze su fiesta y guarde.
Acordaron se berifique por las dichas escripturas antiguas y contestándoselo
ansí se bote y pida a su Señoría Ylustrísima del Obispo de Cartajena la mande
guardar y çelebrar con toda deboçión.” (17)
“San Restituto
Otrosí, acordaron se despache poder deste Conçejo a procurador de la
çiudad de Murçia para pedir a su Ylustrísima del Señor Obispo de Cartajena que mande aprovar y confirmar la fiesta del
bienabenturado San Restituto mártir, que padeçió en esta villa el año de trescientos
y seis del naçimiento de nuestro Salvador Jesucristo por diez de junio, que a
botado y da su boto este Conçejo, para que se guarde y benere, el qual, desde
luego, elijen por su deboto y patrón desta villa, y por sí lo acordaron y
firmaron los que saben” (18).
Parece ser que el doctor Yáñez no
sólo estudió todos los documentos antiguos que llegaban a sus manos sino
también restos arqueológicos, monedas, la epigrafía romana (en su casa había
embutida en un muro una lápida con inscripciones romanas, según Ambel). Hizo copias en papel de varias
piedras que dibujó en su manuscrito, y una de ellas fue la que está engastada
en una pared de la ermita de la Soledad. Precisamente
la referencia y dibujo que nos presenta fray Pablo Manuel Ortega es una de las
pruebas que yo mismo alego de que el Franciscano trabajó tanto con el
manuscrito de Ambel como con el del doctor Yáñez Espín. Dice así este fragmento
de su “Descripción Chorográfica”:
“La tercera lápida está también engastada en una pared de la hermita de
Nuestra Señora de la Soledad,
a la esquina del oriente, hace espalda a la puerta. Es mármol pardo, y sin duda
tenía alguna beta de franca, porque se ha consumido mucho más de lo que
acostumbra el mármol, de modo que, si no fuera ayudado del manuscrito del
doctor Espín, que la copia muchos años antes, no se pudieran haver leído las
dicciones que aquí se ponen…” (19)
-------------------------------------------------------------------------------------
(17) AMC. Libro de actas capitulares del Concejo de
Cehegín. Año 1.635. Folio 143.
(18) AMC. Libro de actas capitulares del Concejo de
Cehegín. Año 1.635. Folio 156.
(19) Obra referenciada en la nota
nº 14.
Como hombre cultivado de su
tiempo, el doctor Yáñez fue un buen conocedor de las lenguas clásicas, tanto
latín como griego, y ello le permitió poder leer y traducir las obras clásicas
que llegaban a sus manos en la lengua original. Por otro lado su afición por la
epigrafía y las inscripciones antiguas le hizo, como hemos podido comprobar en
el texto de fray Pablo Manuel Ortega, copiar las inscripciones y textos
grabados que iba conociendo aunque, por desgracia, sólo ha podido llegar a
nosotros, a través del texto del erudito franciscano, la copia de la
inscripción romana que hay en la ermita de la Soledad.
Verdaderamente es una pena que no
conservemos sus trabajos manuscritos,
quizá alguno de ellos esté impreso, aunque es posible que estemos en
camino de hallar pistas sobre su paradero. Todo sea cuestión de tiempo y de encontrar
el camino correcto en su búsqueda.
Decíamos en líneas anteriores que
en la propia casa del doctor Yáñez había, en la pared, una lápida romana, de la
que nos dan noticia tanto don Martín de Ambel como fray Pablo Manuel Ortega,
éste último a través del manuscrito de Ambel. Expone el franciscano en la obra ya
referenciada en la nota nº 14:
“El referido don Martín de Ambel dice que en un lienzo de la pared de
la casa del referido doctor Yáñez havía otra lápida que él pone, y dice
solamente que era jaspe negro. Tampoco pude descubrir esa lápida y assí la
copio de dicho manuscrito, y advierto que en la última dicción de FIXIT, la F debe ser V, según parece.”
Según este autor la lápida decía:
POMPEYA M. F. BILESETON. PROBA. V. FIXIT
Lo cual, traducido al castellano
por el mismo fray Pablo Manuel significa:
“Pompeya Proba, hija de Marco. Bilesetonense. Murió de cinco años.”
Los últimos años de don Juan y doña
María
Don Juan Yáñez fallece el día
veinticinco de diciembre del año mil seiscientos cincuenta y cuatro (20), catorce meses antes de morir doña María
de Burguillos, su esposa, momento que llegará el día veinte de febrero de mil
seiscientos cincuenta y seis (21). Don
Juan tenía, en el momento de morir, sesenta y siete años. Cuando testamenta,
seis meses antes de su fallecimiento, debió de sentirse ya con síntomas de
vejez o enfermedad, aunque, como hemos podido comprobar en el estudio de los
protocolos notariales, aún por la época en que redacta el testamento, sigue
ejerciendo una determinada actividad en cuanto a los arrendamientos de algunas
propiedades, como el horno del Coso, la cuestión del matrimonio de su hija
María, alguna compraventa, otras gestiones particulares, etc. La firma del
propio testamento, aunque ya denota cierto temblor en el pulso, aún es firme y
demuestra que todavía podía valerse. Sin embargo, doña María, con una edad que
rondaba los cincuenta y pocos años, siendo más joven que el doctor Yáñez, se ve
obligada a hacer el testamento ante una muerte en principio imprevista, quizá
por una enfermedad repentina. Su estado de salud le impide la firma, como alega
en el momento de firmar:
“Francisco Rosillo, vezino de
esta villa, firmó ante el escribano, a ruego de la otorgante, que dixo no
puede, con la gravedad de la
enfermedad…” (22)
--------------------------------------------------------------------------
(20) Acta de
defunción del doctor Juan Yáñez Espín. APSMM. Libro de defunciones nº 1.
“El doctor Juan
Yáñez, vecino de esta villa, murió en ella en veinticinco de diciembre de
seiscientos y çinquenta y quatro años. Otorgó su testamento ante Sebastián de
Teruel, escribano público de esta villa, en treçe de junio de dicho año.
Albaceas a doña
maría de Burguillos, su mujer y por sus herederos universales a don Restituto
Yáñez, a don Lope y a doña María, sus hijos. Y ordenó lo siguiente.
-Que se
entierre en la iglesia mayor de esta villa.
-Que el día de
su entierro se la haga una misa cantada como es costumbre.
-Que se digan
por su ánima y la de sus difuntos çiento y cuarenta y ocho misas reçadas.
-Que se de a
las mandas forzosas lo acostumbrado.
-Que le
acompañen todas las cofradías de esta villa.
Francisco Fernández.”
(21) “Acta de
defunción de doña María de Burguillos. APSMM. Libro de defunciones nº 1.
“Doña María de
Burguillos, viuda del doctor Juan Yáñez Espín, vezina de esta villa, murió en
ella, en veinte de febrero de seisçientos y çinquenta y seis años. Otorgó su
testamento ante Sebastián de Teruel, escribano público de esta villa, en onçe
de dicho mes y año. Dexó por sus albaceas al señor don Francisco Fernández Carmona, presbítero,
y a don Agustín de Góngora Quirós, y por sus universales herederos a don
Restituto Yáñez, y a don Lope Yáñez y doña María de Burguillos, sus hijos. Y
ordenó lo siguiente.
-Que la
entierren en la iglesia mayor desta villa
-Que se le diga
una misa de réquiem cantada, como es costumbre.
-Que se digan
por su ánima y la de sus difuntos çiento y veinte misas reçadas.
-Que se de a
las mandas forzosas lo acostumbrado.
-Que se de a
los religiosos del conbento de San Francisco de esta villa quatro ducados.
Francisco
Fernández”
(22) AHPM. Testamento de doña María de Burguillos. Protocolo
8160. Folio 142.
El doctor Juan Yáñez fue
enterrado en la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, en una sepultura
que compró para él y sus herederos en la dicha parroquia, sobre la cual se hizo
una capilla, aunque el testamento no aclara cual es, pero que quedó en
propiedad de la familia, y en ella también sería sepultada doña María, su
esposa. Ella fallece en el año 1656, como se puede leer en la nota nº 21, en
que hemos reflejado la partida de defunción. Doña María pidió en su testamento ser
enterrada en la sepultura donde yacía el doctor Yáñez Espín, su marido. Como
hemos explicado en páginas anteriores, en el momento del fallecimiento ella era
usufructuaria de los bienes y del mayorazgo que había creado don Juan. Era una
señora de buena posición social, persona respetada y respetable, como la viuda que
era y mujer que había sido de don Juan Yáñez.
El doctor falleció unos años
antes que sus buenos amigos Martín de Ambel y don Juan de Quiroga. No hay duda
de que fue un personaje de su tiempo, de modo que su muerte fue sentida,
fundamentalmente en cuanto a su papel como médico en la villa, después de más
de treinta años ejerciendo el oficio y con un prestigio social importante. Su
muerte, y siete años después la de Quiroga, supone el fin de una época en que
la villa de Cehegín no volverá a tener personajes con este nivel cultural, que
sepamos, al menos hasta mediados del siglo XVIII.
Fuentes
Siglas de los Archivos en que se
ha trabajado para la elaboración de este artículo.
-AHMC. Archivo
Histórico Municipal de Cehegín.
-AUSA. Archivo
Universidad de Salamanca.
-APSMM. Archivo Parroquial de Santa María Magdalena,
Cehegín.
-AHPM. Archivo
Histórico Provincial de Murcia
-APNSA. Archivo Parroquial
de Nuestra Señora de la
Asunción, de Socovos, Albacete.
AHMC
- Libros de actas capitulares
1580-1660
-Traslado del padrón elaborado
por los Reyes Católicos en 1495, incluido en una Carta Ejecutoria de la familia Sánchez de la
Rosa. Año 1619. Inv. Nº 71.
- Excepciones a los hidalgos para
no ir a la Guerra
de Cataluña. Año 1642. S.C.
AUSA
-Libros de matrícula en las
facultades de Teología, Artes y
Medicina. 1608-1618.
-Registros de pruebas
testificales de cursos y lecciones de las facultades de Teología, Artes y
Medicina. 1608-1618
APSMM (A través de la
copia digitalizada de los libros de la Parroquia que ofrece, vía Internet, Familysearch)
-Libros de bautismo. 1561-1650
-Libros de matrimonio. 1571- 1650
-Libros de defunciones. 1607-
1670
APNSA. (A través de la
copia digitalizada de los libros de la Parroquia que ofrece, vía Internet, Familysearch)
-Libros de matrimonio. Año 1627
AHPM.
- Protocolos notariales nº 8160, 8161 y 8162.
Este artículo puede ser consultado en versión papel, en la revista de Historia Alquipir, nº 15, editada por la Concejalía de Cultura del Excmo Ayuntamiento de Cehegín.
Este artículo puede ser consultado en versión papel, en la revista de Historia Alquipir, nº 15, editada por la Concejalía de Cultura del Excmo Ayuntamiento de Cehegín.