miércoles, 30 de enero de 2013

El poema de la semana. Juan Carlos Onetti



Y el pan nuestro

Sólo conozco de ti
la sonrisa gioconda
con labios separados,
el misterio
mi terca obsesión
de desvelarlo
y avanzar porfiado
y sorprendido
tanteando tu pasado.
Sólo conozco
la dulce leche de tus dientes
la leche plácida y burlona
que me separa
y para siempre
del paraíso imaginado
del imposible mañana
de paz y dicha silenciosa
de abrigo y pan compartido
de algún objeto cotidiano
que yo pudiera llamar
nuestro

martes, 29 de enero de 2013

La Gran Vía de Cehegín, en cincuenta años.

Gran Vía. Año 1956. Fuente: Cartomur.


Gran Vía. Año 1981. Fuente: Cartomur.

Gran Vía. Año 2002. Fuente: Cartomur.



Pinchar en las imágenes para verlas ampliadas.





Un mundo de agua.

El mar Mediterráneo visto desde el castillo de Santa Bárbara, Alicante.





Agua. No existe una palabra que se pueda asociar tanto a la vida como ésta. Todos los seres vivos estamos compuestos en un altísimo porcentaje de ella. Todos sabéis que es una molécula, compuesta de oxígeno e hidrógeno, y fue el elemento en que se desarrolló la vida. Desde hace al menos 4600 millones de años hay agua en el planeta Tierra. Es muy probable que este elemento llegase desde el espacio exterior a través de las formidables lluvias de grandes cometas de hielo que, durante muchos millones de años, azotaron el planeta en los primeros tiempos. Lo que más me fascina de todo esto es que, el agua en que nos bañamos, la que bebemos, la que admiramos en los océanos, la que tenemos en nuestro organismo, toda ella es la misma que había hace 4000 millones de años en este planeta. Perfectamente podemos beber agua que hace 150 millones de años formó parte del cuerpo de un dinosaurio, o de un pez de hace 400 millones de años. El agua siempre estuvo aquí, y siempre fue la misma, a excepción de las pequeñas cantidades que posteriormente puedan haber llegado en cometas de hielo que han chocado contra la Tierra.
Las características de nuestra atmósfera hacen que no se pierda en el espacio. Por ello, el llamado ciclo del agua es algo maravilloso. En el mar, o un lago, el agua se evapora, luego se forman las nubes, después llueve o nieva, se vuelve a quedar como agua líquida en la superficie, luego se vuelve a evaporar y así en un ciclo que nunca acaba.
Y qué decir de la lluvia. Puede ser algo terrible o algo conmovedor. Los tintes poéticos de la lluvia son incontables.  Bendita lluvia, bendita agua.

lunes, 28 de enero de 2013

Don Alfonso Ruiz de Assín y Alvarez de Castellanos


Parte de la casa de don Octavio. Fotografía Ceheginpaco.

Don Alfonso Ruiz de Assín y Alvarez de Castellanos, fue un importante personaje de la élite económica y política local, en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. Nacido en 2 de diciembre del año 1851 fue hijo de don Amancio Ruiz de Assín y Sahajosa y de doña María Josefa Álvarez de Castellanos y López-Flores, hermana de don Alfonso Alvarez de Castellanos y López-Flores, personaje fundamental para poder entender  gran parte del siglo XIX ceheginero.
Doña Magdalena Ruiz de Assín y Navarro Álvarez Castellanos y de Cuenca, fue hija de este matrimonio. Ésta  heredó un patrimonio incalculable. Hay una entrada en este blog dedicada a esta interesante mujer. Entre los muchos hijos que tuvo don Alfonso, ocho concretamente, es de destacar, aparte de la reseñada doña Magdalena, don Octavio Ruiz de Assín, juez de paz durante muchos años, que heredaría el palacio del Mesoncico y donde vivió siempre.  
Don Alfonso fue Alcalde de Cehegín en dos periodos. Su primer mandato fue desde 1 de julio de 1881 a 1 de junio de 1889 y su segundo en el periodo que transcurre entre el 1 de enero de 1894 y el 12 de julio de 1896.
Como heredero de su tío don Alfonso Alvarez de Castellanos y López, heredó una gran fortuna, que pudo unir a la que él ya poseía y a la que, a su vez, entró  en su casa de la mano de su esposa, doña Josefa Navarro de Cuenca. Sin duda uno de los grandes personajes de su tiempo, a nivel económico y político, en Cehegín. Murió en Madrid el 7 de febrero de 1916.