En los tiempos en que estaba en la Universidad y
estudiaba paleografía, recuerdo que tuve la oportunidad de consultar un proceso
de la Santa
Inquisición española, del siglo XVII, copia del fondo que
existe en el Archivo Histórico Nacional. Trataba del proceso a un matrimonio que, de
manera consentida por los dos, practicó una noche el llamado pecado nefando o,
en otras palabras, que tuvieron sexo anal. La mujer, en los días siguientes,
llevada por el remordimiento y ese terror inculcado en aquellos tiempos de
fanatismo religioso, pensando que su alma se había condenado para siempre
denunció el caso, e inmediatamente llegó a la Santa Inquisición. Sin duda se
arrepentiría después, porque puestos bajo tormento confesaron. Él fue condenado
a la muerte quemado en la hoguera y ella, quizá por el arrepentimiento
demostrado, condenada a pasar el resto de sus días en un convento. Basta
aclarar que el resto de su vida no lo
pasó como monja, sino como presa.
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