viernes, 25 de marzo de 2011

Personajes cehegineros. Juana de Montalvo y los porteadores de la Virgen




El Tiempo oculta cosas que pueden resultar entrañables, pero a la vez nos abre los ojos para que podamos ver, conocer y comprender nuestra propia historia y tradición. Es, en si mismo, un libro y solo hay que “leer entre sus líneas”, sumergirse en sus palabras y navegar en sus aguas para poder extraer ese algo que a veces creemos que nos falta. El Tiempo nos quita, nos da, nos habla y ahí está la Historia para poder entenderlo.
En la investigación histórica es cosa corriente que al rebuscar, allá donde uno puede, datos relativos a un tema concreto sobre el que se trabaja en un momento determinado, vengas a topar, sin esperarlo, como si apareciese por designio divino, con alguna noticia de esas que te hacen sentirte bien en ese momento. Así sucedió cuando, buscando datos en el Archivo Parroquial de Santa María Magdalena, referentes a D. Alonso Carreño Quirós, Alcalde Ordinario a finales del siglo XVII, vine a tropezar con el nombre de Juan de Montalvo. La propia curiosidad y, tal vez la suerte, que también es elemento importante en la investigación archivística, me llevó a realizar durante un tiempo el seguimiento de este hombre hasta donde me fue posible, con un cierto recelo, pensando que podría conducir, o bien dar señales, del lugar que yo esperaba.
Hacia el año de 1660 se casan Juan de Montalvo e Isabel García. Este matrimonio viene a ser el antecedente directo de un linaje que obtendrá, con el tiempo, un cierto reconocimiento social, básicamente porque los “Montalvos” serán los acompañantes de la Virgen de las Maravillas en las procesiones generales de la Villa, dedicadas a la Patrona de Cehegín.
Alrededor del año 1665 nace una niña, Juana de Montalvo, hija de los nombrados Juan e Isabel, que viene a ser la clave en el origen del apodo. Casada con Francisco Ibáñez tienen varios hijos, siendo uno de ellos Francisco Ibáñez Montalvo (1702), como consta en los padrones de habitantes, donde aparece con dicho apellido. Su hijo, que marca la línea de descendencia directa, es Francisco Ibáñez, el Montalvo, nacido el 2 de junio del año 1726, donde ya comprobamos que ha surgido el mote. Desde entonces, sin ningún tipo de duda, podemos hablar de más de 300 años de existencia del alias.
Es el día 9 de octubre de 1684 cuando se produce el feliz acontecimiento de la boda de Francisco Ibáñez y Juana de Montalvo. Se casan en la Parroquia de Santa María Magdalena. Es una boda muy austera. En Cehegín, solo los adinerados se pueden permitir celebraciones importantes, grandes banquetes y fiesta que podía durar más de un día. Los pobres, como es natural, se deben de contentar con lo que pueden y no es raro el caso de aquel que después de la boda ha de volver a las faenas del campo en busca del nunca mejor llamado pan de cada día. Es cosa corriente, entre los humildes, casarse muy temprano, con las luces del alba. Están presentes Ginés Ibáñez y Elvira Zapata padres de Francisco y Juan de Montalvo junto a Isabel García, los padres de la novia. En este tiempo está de moda que los hermanos del novio ejerzan de testigos.
 La sangre ceheginera de Francisco Ibáñez (el que casa con Juana de Montalvo) por vía paterna viene, posiblemente del siglo XV pero por la rama de su madre, Elvira Zapata, en un par de generaciones atrás, hay que buscarla en Liétor y Mula, de donde eran oriundos su abuela y abuelo respectivamente. En cuanto a Juana de Montalvo, no se han hallado referencias sobre su genealogía antes de 1650.
Francisco Ibáñez y Juana de Montalvo viven con inquietud, como el resto de la población, el asesinato, en la madrugada del día ocho de octubre de 1690, de D. Alonso Carreño Quirós, Alcalde Ordinario, a manos de D. Agustín Bernad de Quirós y del liberto Juan de la Cruz Fernández. A lo largo de su vida conoce las conmociones producidas por las rivalidades de las familias nobles en el pueblo de cara al control del Concejo y por ende de la economía local. No obstante creo que él siente que tiene suficiente con poder luchar y trabajar para poder vivir y sustentar a su familia. Sus preocupaciones se alejan bastante de quien controla el poder de la villa en un momento determinado. Para referir su edad, Francisco Ibáñez habla de tantos años “poco mas o menos”, como casi todo el mundo. El tiempo se vive y entiende de otra manera. Estas son cuestiones secundarias sin demasiada importancia. Su vida es el tránsito del siglo XVII al XVIII. Carlos II el Hechizado y Felipe V de Anjou, la de su hijo ronda entre San Zenón y la Virgen de las Maravillas, y la de su nieto será de plena devoción a nuestra mas grandiosa obra de arte y deleite espiritual. A partir de aquí toda su descendencia aparece, de una u otra manera, vinculada a la futura Patrona de Cehegín.
Allá por el año de 1725, fecha de sobra conocida por el lector ceheginero, encontramos a Francisco Ibáñez Montalvo, bautizado el cuatro de noviembre de 1702. En 1724, poco antes de la llegada de la Virgen a los caños del Partidor casa con Teresa Martínez, tiene veintidós años. Hoy en día es la edad de un hombre joven, muy joven, casi adolescente, pero en aquel tiempo se es ya un adulto con todas las de la ley, y digo bien. La gente se casa muy joven, sobre los veinte años, porque se es consciente de que la vida es breve y resulta absolutamente necesario obtener de ella lo máximo posible. Hay que sacar partido al tiempo… y tener hijos, y muchos, a sabiendas que no llegarán a ser adultos más de dos o tres. Ellos serán el soporte de su vejez. Un anciano sin amparo está, inexorablemente, condenado a la mendicidad y a pedir el favor de hospitales y beatas (entiéndase en su sentido original de mujer que dedicaba su vida, vestida con hábito, a obras pías) cuando no pueda valerse por si mismo. Su descendencia ha mantenido el apellido Ibáñez y el apodo Montalvo hasta hoy en día.
El hijo de Francisco y Teresa que marcará la línea genealógica directa hasta hoy en día es Francisco, como antes comentaba, apodado ya el “Montalvo”, nacido en 1726 y casado en el año de 1747 con María Fajardo.
El Cehegín de este tiempo, de 1650 a 1750, anterior e inmediato a la llegada de la Virgen de las Maravillas, es el Cehegín de la seda y el cáñamo. Es un término territorial más grande que el actual, hasta el año de 1689 en que Bullas consigue la segregación para convertirse en Concejo. Es un periodo en que no se producen cambios evidentes ni en la estructura social, ni por supuesto en la economía local. Es el tiempo en que se ordena que una vez capturados los asesinos de D. Alonso Carreño Quirós (1690) condenados en rebeldía a morir en la horca, el cuerpo del liberto Juan de la Cruz sea dividido en cuatro trozos, desmembrado, y sus restos expuestos en los caminos principales del término.
La época de Juan de Montalvo es un tiempo marcado por una generación adoctrinada hasta extremos inauditos por la presión de las normas religiosas, morales y cívicas emanadas del Concilio de Trento y la Contrarreforma, que durante el siglo XVII alcanzan su máximo nivel de exacerbación. Pero, claro está, aparte de esta vertiente hay otra, propia de la cultura popular, que siempre estuvo ahí, relacionada con la diversión, la fiesta y el entretenimiento.
En su vida cotidiana Juan de Montalvo gusta de visitar el mesón, situado al final de la calle Mayor de Abajo, pasada la callejuela que entonces se llamaba de Diego Matías, junto al actual camino del Poyo Colorao. Hoy en día aun se mantiene el nombre de dicha calle como de Mesón Viejo. Ya en el año 1650 ésta era denominada calle del Mesón. Todo pueblo con una población relativamente mediana debe de tener uno. Allí se departe y la gente se desahogaba de sus quehaceres cotidianos. En todos ellos solía haber alguna mujer del partido, situación tolerada aunque legalmente no permitida. Quizás en este mismo lugar vivieron sus avatares unos cincuenta años antes la Franca y la Gascona, presuntas mujeres de mala vida, nombradas sin especificar su profesión en un padrón de alcabalas de1596.

Al pueblo le gusta divertirse y para ello hay fiestas muy señaladas que, como casi todas, tienen una doble vertiente festiva y laico-religiosa, como las de San Zenón, patrón de la villa, cuya fecha natural de celebración es el mes de julio, aunque por motivos relacionados con las cosechas se celebrasen en septiembre, hasta el año de1622 en que vuelven, por orden del Obispado de Cartagena a su tiempo en el mes de julio, según consta en documento original conservado en el Archivo Municipal de Cehegín. Mas tarde vuelven de nuevo a septiembre y en esa misma fecha se colocarán las dedicadas a la Virgen de las Maravillas.
El apellido Ibáñez y el apodo Montalvo van unidos hasta el punto de que siempre se ha creído que ambos iban juntos desde tiempo inmemorial, y así es, pero hemos tenido la oportunidad de comprobar que el origen de cada uno, siendo los dos apellidos en un momento histórico concreto, y uno de ellos transformado en apodo, es independiente del otro; en otras palabras, que proceden de dos ramas familiares distintas.
Son nueve las generaciones desde el primer Montalvo conocido en la villa hasta nuestros días. Es éste un apodo que, como otros célebres en el pueblo, pensemos en Motolite o Partal, y junto a ellos muchos más, ya en el siglo XVI son apellidos. El propio devenir de una familia, sea de una clase u otra, a lo largo de cuatrocientos años, es al reflejo de la Historia Local, de la política, la economía, la moral, la vida cotidiana… Hay familias que, indudablemente, por su posición social, han influido de manera determinante en los avatares de un pueblo, de una ciudad, de un país. La mayoría ha vivido al remo de lo que las anteriores han querido hacer. Otras, casi sin querer, perteneciendo al estado llano, en su momento adquieren un reconocimiento especial basado en un hecho concreto, este último es el caso de las Montalvos. Es un grano más de arena para llenar el reloj que conforma nuestra historia.

4 comentarios:

  1. Juan de Montalvo Sandoval fue bautizado en la parroquia del Señor San Pedro Apóstol de Calasparra el 30 de marzo de 1630. De profesión escribano, al igual que su padre Juan de Sandoval Negrete. A él le correspondió el nombre y apellido de su abuelo materno, según la trasmisión onomástica castellana tradicional entre cristianos viejos. Su madre doña Ana de Montalvo Cárdenas y Rosillo, hija de Juan de Montalvo Cárdenas y Torrecilla e Isabel López Rosillo. Todas, familias de rancia hidalguía.
    Su primera mujer Isabel García falleció en 1673, hija de Francisco García de Agustín de Moya y doña Isabel García. Casó en segundas en 1674 en Calasparra con doña Ana de Molina Pedriñán, natural de Cehegín. Ese mismo año fue desterrado, y durante algunos años hasta que se levantó la pena y regresó a su pueblo, vivió en Cehegín con sus hijos pequeños, pues ya tenía algunos casados, como el mayor, Ginés de Montalvo y Piñero.
    El escribano Juan de Montalvo Sandoval falleció el 10 de enero de 1702 en Calasparra, a los casi 72 años de edad. 4 generaciones le precedieron en el enterramiento.

    El linaje de Montalvo, procedente de Arévalo, fundó a principios del siglo XVI casa solar en Calasparra, en la calle Mayor, la que formó parte del mayorazgo fundado por doña Catalina de Padilla Montalvo en 1630.

    tierrargaria@msn.com

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  2. Una buena e interesante investigación genealógica, aunque esta rama de montalvos de Cehegín, del estado llano, no están emparentados con los de Calasparra, por lo menos desde el siglo XVI.Es algo parecido, utilizando una genealogía mía, con el apellido Hidalgo, los Hidalgo Fresneda y los Hidalgo Obeso. Los Hidalgo Obeso son hidalgos y los Hidalgo Fresneda del estado llano, sin ningún tipo de relación familiar demostrada desde el siglo XV. Es unua buena aportación al conocimiento la que realizas sobre los montalvos de Calasparra. Un saludo.

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  3. No es necesario que publique este comentario, ya que mi intención no va más allá de aportar datos a un sobrenombre aún vivo en Cehegín. Solo decirle, fuera de discusiones, que los Montalvo que usted comenta, son los mismos de Calasparra. Juan de Montalvo Sandoval residió muchos años en Cehegín, cumpliendo su destierro, donde si no me equivoco nació su última hija, Petronila. Una de sus hijas, doña María de Montalvo Rosillo también casó con el ceheginero don Francisco Roca Carreño. Otra de sus muchas hijas fue Juana, bautizada el 6 de noviembre de 1668, la que se casó con Francisco Ibáñez.
    Las inclusiones en el estado llano o general no siempre eran reales, la mayoría de la hidalguía de Caravaca o Cehegín no procedía de la nobleza, sino de la caballería urbana de finales del siglo XV, celosa de diferenciarse de sus primos pobres.

    tierrargaria@msn.com

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  4. Muchas gracias por esta aportación. Realmente me ayuda mucha en una investigación que llevaba a cabo y tenía un poco apartada desde hace un par de años. Un saludo

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